Sobre las 4:30 de la madrugada y con un dolor de cuello de escándalo, por la mala postura de dormir en el banco y otro rato en el suelo, sobre las cuerdas de amarre, me incorporé. Se divisaban unas luces de pueblo a lo lejos, con lo que encendí el GPS para ver si se trataba de Mitho. Así era, el GPS decía que estábamos a tan solo 3 kilómetros y además el capitán bajó para avisarnos su proximidad.
A oscuras, no reconocía el hotel en el que me había alojado con Eneko, con lo que decidimos bajarnos cuanto antes para poder inspeccionar la costa. Con una pereza extrema y con el frontal en la cabeza, mas que nada para que los numerosos barcos que transitaban, nos pudieran ver, llegamos a la orilla. No reconocía nada de nada. Por suerte, al de una hora, comenzó a amanecer y podíamos intuir algo mejor el pueblo. Nos paramos en una especie de embarcadero para bajarnos y buscar el hotel andando. Justo donde nos bajamos, había otro hotel, al de escasos 50m.
Como el hotel donde me alojé anteriormente estaba a orillas del río y ya desde tierra firme y bien situado, sabía donde estaba, fuimos a preguntar si había sitio. El lugar está muy bien pues se encuentra en pleno río, con lo que el desembarque y acercamiento de alforjas y bolsas iba a ser muy cómodo, pero nos pedían mucho dinero. De modo que volvimos al otro hotel para establecernos allí.
Este día nos lo tomaríamos de descanso, para afrontar los dos últimos días de paleo, para llegar por fin a la desembocadura, al ansiado mar!
Por la tarde, me fui al embarcadero, donde dejamos las piraguas, ya que habíamos dejado allí la bolsa de la comida y mi alforja pequeña. Tenía que ir a por el cargador del portátil, que se encontraba dentro de la alforja. Cuando me estoy acercando, veo a lo lejos la piragua de Martino con dos chavales montados remando por los alrededores! Menuda mala leche que se me puso! Bueno, tras mostrarles mi enfado, que creo que les quedó bien patente, tomé el cargador y me marché.
Pero ahí no acaba todo, a la mañana siguiente, me desperté prontito y me fui a por unos yogures y un poco de pan para tomarlo en la habitación, acompañado con un poco de mantequilla de cacahuete y muesli. Tras hacer las compras, me pasé por el pequeño embarcadero para coger la bolsa estanca donde está la comida, para llevarla al hotel y desayunar de lujo. Cuando me asomo para ver las piraguas, me percato que mi alforja había sido manipulada y la bolsa estanca abierta, pero seguía todo dentro. Pero nos habían robado la bolsa de plástico que la tenía fuera atada con un mosquetón, donde estaba el muesli, el colacao y algo de espaguetis. Pero lo peor era que nos habían robado los remos!!! Menudo bajón! A tomar por culo el final del viaje!
Joder con Vietnam, que siempre nos recibe de la peor manera! Me fui para el hotel a darle la nueva noticia a Martino. Decidimos, tras desayunar, tratar de hablar con la gente de allí y a poder ser que llamaran a la policía, aunque sea para intentar hacer algo. La gente no nos entendía y nos decían que fuéramos a la policía, que no la llamaban.
Total, al final nos fuimos al mercado, para tratar de encontrar algo o alguien que nos confeccionara unos remos de madera. Considerábamos tarea imposible, pero por lo menos no nos queríamos quedar de brazos cruzados. Mientras estábamos andando hacia el mercado, un bici-taxista, nos preguntó si queríamos que nos llevara a algún lado. Como sabía inglés, le explicam0s lo que queríamos y nos dijo que lo mejor era ir donde un carpintero. De modo que nos montamos los dos en la bici-taxi, para que nos acercara donde un carpintero. Preguntó en dos y nada. Pero en el tercero, nos empezaron a preguntar medidas y dimensiones y nos dijeron que nos los hacían. Un poco caros, pero 10 dólares cada uno era un precio razonable. Les dimos la pasta y nos fuimos al hotel para pagar un día mas, pues hasta la tarde noche no nos darían los remos.
Primero pasamos por el embarcadero, para sacar los kayaks del agua, desinflarlos y llevarlos al hotel para evitar mas robos o contratiempos. Una vez allí, Martino se dio cuenta de que también le faltaba el reloj y yo me dije, mierda mi reloj maldito, esta vez nuevo record, ni 15 días conmigo! Pero contra todo pronóstico, el modelo de reloj mas robado de la historia, seguía en la piragua! No me lo podía creer!!Por lo menos un pequeño motivo de alegría.
Cuando ya habíamos sacado las piraguas del agua, me fijo a lo lejos y veo uno de los remos flotando en el agua. Emocionado, me tiro al agua y lo recojo, pero con tanto énfasis con el que fui allí, no me di cuenta de que el agua estaba sucia hasta mas no poder, allí vertían toda la mierda de las casas y la basura la tiran al río y para colmo no cubría nada, con lo que hasta llegar al remo estuve tocando un fango de mierda que,… no quiero ni describirlo!
El caso es que por lo menos teníamos un remo. Parece ser que al intentar robarnos y sacar las cosas de la piragua, los remos les molestarían y los tirarían al agua y la corriente hizo el resto. Los espectadores que vieron la jugada, se percataron de que un poco mas lejos estaba el otro remo!! Esta vez no me tiré al agua, sino que fui de chabola en chabola, saltando, hasta llegar a la que estaba mas cerca del remo. La señora de la casa, al verme que me iba al fango a pillar el remo, me detuvo y sacó una caña de bambú con un gancho en el extremo y en 2 minutos me sacó el remo.
Ilusionados con los remos de nuevo, nos fuimos al hotel para prepararlo todo ya que podríamos marcharnos esa misma mañana. Martino, que quería tratar de recuperar la pasta, se dirigió a la carpintería, pero regresó sin éxito.
Por cierto, se me ha olvidado mencionar que el día anterior, me compré un típico gorro Vietnamita, un poco mas vanguardista y encima válido para la moto!
Me moló un montón el rollito gafas de aviador, muy barato y que coño, para causar sensación por Sopelana!! Ahora solo me falta una moto a juego, tipo Alemana de la II Guerra Mundial, porque con la mía no pega nada.
El caso es que un poco tarde, pero por fin salimos de Mitho, con un poco mal sabor de boca por todo lo ocurrido, pero al final en ruta, que es lo que importaba, el proyecto parecía poder culminarse.
Nos costó un rato salir de esta ciudad con infinidad de chabolas a orillas y una cantidad increíble de barcos, cargueros, botes y grúas, hasta tal punto, que en las orillas, hay gasolineras!! y es muy gracioso ver cómo paran los barcos a repostar como si fuera un coche en una gasolinera normal.
Por suerte, esta estampa industrial que tenía la orilla de Mitho, al de poco desapareció y entramos en un típico delta tropical. Nada de construcciones, casi nada de tráfico naval, un río muy ensanchado y la vegetación, tipo manglar, que llega hasta primera línea de agua. Esto nos gustó bastante, ya que desde que entramos en Vietnam, no ha habido ni un solo momento de zona despoblada o medianamente vegetal. Pero era un enorme humedal, no había ni un solo hueco llano, o libre de vegetación o donde no llegara el agua. Numerosos canales entraban del río a tierra dentro, creados por la acción de la marea. No pudimos ni bajarnos de las piraguas para tomar el bocata de lo cerrada que es la vegetación . Y el poco hueco llano que veíamos era un completo fangal, donde era imposible apearse.
Pronto nos dimos cuenta que encontrar un sitio para dormir iba a ser tarea complicada, por no decir imposible. Por suerte, vimos a lo lejos un pequeño barco que llevaba gente de un lado al otro del río. Esto quería decir que teníamos algún sitio donde bajarnos y con civilización. Ya se estaba haciendo tarde, con lo que decidimos llegar a esa zona de desembarque.
Los tres últimos kilómetros del día los pasamos en el río, con un tormentín de escándalo. Comenzó a llover torrencialmente y con un viento en contra muy molesto. Las piraguas se nos estaban llenando de agua, pero no teníamos ningún sitio donde poder bajarnos, teníamos que llegar hasta ese embarcadero. Fue un final apoteósico, inundados, con frío y unos relámpagos cayendo no muy lejos, pero al final conseguimos bajarnos en aquel sitio.
Una vez allí y tras pasar el monzón, dejamos las piraguas dentro de un almacén de cocos. Les hicimos gestos para ver si nos dejaban dormir dentro, pero nos lo negaban. Un poco mas adelante, había visto una casa tipo estilo colonial, cerrada a cal y canto, pero con un porche con terraza y techo perfecto para dormir. De modo que hicimos tiempo tomando unos refrescos mientras se hacía de noche y siendo el entretenimiento de los pasajeros que esperaban la llegada del trasbordador.
Todo no podía salir a pedir de boca y al de una hora aparecen unos tipos y nos dicen que entremos en el almacén. Eran policías y nos pidieron la documentación. Se tiraron como media hora mirándolo todo y haciendo numerosas llamadas. Al final n os dijeron que allí no podríamos dormir (en el almacén). Nos decían que fuéramos a un hotel. El caso es que cogimos las alforjas de las piraguas y nos fuimos al sitio que había visto. De camino preguntamos a un señor mayor que estaba fuera de su casa, si nos podríamos quedar a dormir en su casa. Todo emocionado nos invitó a pasar sin pegas.
Los policías que nos seguían por detrás, nos dijeron que a un hotel. Les dijimos que el señor nos daba cobijo y que no iríamos a un hotel. A todo esto no sabían inglés. Se pusieron a hablar con el señor y de unas maneras muy violentas, tanto que al final el señor, yo creo que amenazado, nos dijo que nos marcháramos.
Viendo que iba a ser imposible quedarnos a dormir en ningún sitio de allí, estando esos estúpidos policías, de mala ostia, nos fuimos para el almacén a recoger las piraguas, montar todo en ellas y ya casi de noche comenzar a remar. Por suerte no llovía, pero la incógnita de donde dormiríamos nos hacía estar muy incómodos.
En la otra orilla, que era una enorme isla, vimos una luz. Remamos durante un rato para cruzar y encima a contracorriente, ya que para colmo, la marea estaba subiendo. Llegamos a la luz y se trataba de una especie de fábrica donde hacían algo con la cáscara de coco. Les hicimos señas de si podríamos ponernos allí arriba a dormir y nos contestaron con un inmediato y rotundo NO NO NO!
De modo que con los frontales seguimos adelante, pensando en hacer una nueva etapa nocturna, ya que iba a estar complicado encontrar un sitio donde bajarse. Pero al de nada vimos otra luz un poco mas tierra adentro. En una especie de entrante del río, nos metimos y aparcamos como pudimos las piraguas. Martino fue a preguntar por hospitalidad y regresó con un tipo. Me dijo que parecía no haber problema, pero que la abuela estaba muy asustada y no quería nuestra presencia. Había un bote y le comentamos a ver si podíamos dormir en el bote. Nos dijeron que no y señalaron al cielo como indicando tormenta. Y ciertamente, a lo lejos se veían relámpagos.
Decidimos adentrarnos un poco y tratar de encontrar sitio para la tienda. Pero la zona era un completo fangal, húmedo y para colmo todo encharcado por la tormenta. Pero comentamos a ver si podríamos poner las tiendas en un pequeño hueco de tierra y barro que encontramos. No dieron vía libre y rápidamente comenzamos a sacar todo de las piraguas ya que la tormenta era inminente. De echo cuando comencé a montar la tienda las primeras gotas empezaron a caer y en un segundo, el monzón estaba sobre nosotros y con las tiendas a medio montar. Yo la tenía casi lista y me metí enseguida, pero Martino acababa de comenzar.
Serían las 19:00, con una jarreada de escándalo, la tienda mojada y la del italiano ni te cuento y sin cenar, nos dimos la buenas noches, esperando que pronto llegara el día siguiente. Al de menos de 10 minutos y en medio de un sonido escandaloso por la fuerte tormenta que azotaba nuestras tiendas, le oigo decir a Martino, LLOVE DENTRO!! No tenía bien montada la tienda y decía que estaba lloviendo dentro de su tienda. Desesperado me dijo que se salía para pedir cobijo en la casa de la familia, que el no podía seguir ahí dentro.
Al de un rato, regresó para decirme que le habían aceptado y que hay una especie de cama en el pórtico de la casa y que nos dejan quedarnos y además con mesa y sillas para incluso poder cocinar. Oído esto, salí de la tienda con el saco y la comida. Por suerte ya había dejado de llover torrencialmente y nos pusimos a cocinar ante la curiosa mirada de toda la familia.
Durante la noche, la infinidad de mosquitos que había, no me dejaba conciliar el sueño, con lo que me fui a dormir a mi tienda. Cuando me levanté por la mañana, la tienda de Martino, estaba completamente destrozada. Se conoce que no la tenía bien montada y el viento y la lluvia la castigaron de lo lindo. Para colmo, como buen Donceles, no cerró la tienda cuando se marchó y había un lago dentro de ella.
Con una humedad increíble y completamente mojados, recogimos todo, desayunamos y después de otro tormentín de aupa, nos montamos de nuevo en las piraguas, para tratar de llegar al mar, si nada nos lo impedía.
Por suerte, no hubo mayores complicaciones y tras dos horas de paleo, atisbamos a lo lejos una gran apertura del río que nos indicaba la posible presencia del mar! Una hora mas y efectivamente, no se veía mas tierra en el horizonte, tan solo un arenal inmenso que daba la bienvenida a agua salada. Entre lágrimas y una tremenda emoción continué remando hasta desembarcar en la arena.
Una extraña acumulación de arena, que parece que se cubre de agua con la marea, hacía misterioso pero a la vez mágico ese final, la culminación de un sueño con el que tanto he soñado y que por fin, tras duros, bonitos, apasionantes e increíbles vivencias, se ha hecho realidad!
Parece que ni en el final los policías o militares nos van a dejar tranquilos y para seguir con la tradición de tocarnos los huevos, un tipo vino a decirnos que allí no se podía estar. No nos dejaron disfrutar de este momento, que tanto había esperado. De modo que como prometido, un baño rápido en el mar y pirarnos de aquel sitio, que creemos que es un banco de pruebas militar, por las numerosas torretas que había en toda aquella extensión de arena. Increíble la cantidad de agua que tiene que llevar el río, ya que incluso en donde se diluye con el mar, no se aprecia prácticamente salinidad alguna.
Por lo menos aprovechamos la presencia militar y le pedimos que nos tomara la FOTO FINISH!!