sábado, 25 de diciembre de 2010

51 Los remos??


Sobre las 4:30 de la madrugada y con un dolor de cuello de escándalo, por la mala postura de dormir en el banco y otro rato en el suelo, sobre las cuerdas de amarre, me incorporé. Se divisaban unas luces de pueblo a lo lejos, con lo que encendí el GPS para ver si se trataba de Mitho. Así era, el GPS decía que estábamos a tan solo 3 kilómetros y además el capitán bajó para avisarnos su proximidad.
A oscuras, no reconocía el hotel en el que me había alojado con Eneko, con lo que decidimos bajarnos cuanto antes para poder inspeccionar la costa. Con una pereza extrema y con el frontal en la cabeza, mas que nada para que los numerosos barcos que transitaban, nos pudieran ver, llegamos a la orilla. No reconocía nada de nada. Por suerte, al de una hora, comenzó a amanecer y podíamos intuir algo mejor el pueblo. Nos paramos en una especie de embarcadero para bajarnos y buscar el hotel andando. Justo donde nos bajamos, había otro hotel, al de escasos 50m.
Como el hotel donde me alojé anteriormente estaba a orillas del río y ya desde tierra firme y bien situado, sabía donde estaba, fuimos a preguntar si había sitio. El lugar está muy bien pues se encuentra en pleno río, con lo que el desembarque y acercamiento de alforjas y bolsas iba a ser muy cómodo, pero nos pedían mucho dinero. De modo que volvimos al otro hotel para establecernos allí.
Este día nos lo tomaríamos de descanso, para afrontar los dos últimos días de paleo, para llegar por fin a la desembocadura, al ansiado mar!
Por la tarde, me fui al embarcadero, donde dejamos las piraguas, ya que habíamos dejado allí la bolsa de la comida y mi alforja pequeña. Tenía que ir a por el cargador del portátil, que se encontraba dentro de la alforja. Cuando me estoy acercando, veo a lo lejos la piragua de Martino con dos chavales montados remando por los alrededores! Menuda mala leche que se me puso! Bueno, tras mostrarles mi enfado, que creo que les quedó bien patente, tomé el cargador y me marché.
Pero ahí no acaba todo, a la mañana siguiente, me desperté prontito y me fui a por unos yogures y un poco de pan para tomarlo en la habitación, acompañado con un poco de mantequilla de cacahuete y muesli. Tras hacer las compras, me pasé por el pequeño embarcadero para coger la bolsa estanca donde está la comida, para llevarla al hotel y desayunar de lujo. Cuando me asomo para ver las piraguas, me percato que mi alforja había sido manipulada y la bolsa estanca abierta, pero seguía todo dentro. Pero nos habían robado la bolsa de plástico que la tenía fuera atada con un mosquetón, donde estaba el muesli, el colacao y algo de espaguetis. Pero lo peor era que nos habían robado los remos!!! Menudo bajón! A tomar por culo el final del viaje!
Joder con Vietnam, que siempre nos recibe de la peor manera! Me fui para el hotel a darle la nueva noticia a Martino. Decidimos, tras desayunar, tratar de hablar con la gente de allí y a poder ser que llamaran a la policía, aunque sea para intentar hacer algo. La gente no nos entendía y nos decían que fuéramos a la policía, que no la llamaban.
Total, al final nos fuimos al mercado, para tratar de encontrar algo o alguien que nos confeccionara unos remos de madera. Considerábamos tarea imposible, pero por lo menos no nos queríamos quedar de brazos cruzados. Mientras estábamos andando hacia el mercado, un bici-taxista, nos preguntó si queríamos que nos llevara a algún lado. Como sabía inglés, le explicam0s lo que queríamos y nos dijo que lo mejor era ir donde un carpintero. De modo que nos montamos los dos en la bici-taxi, para que nos acercara donde un carpintero. Preguntó en dos y nada. Pero en el tercero, nos empezaron a preguntar medidas y dimensiones y nos dijeron que nos los hacían. Un poco caros, pero 10 dólares cada uno era un precio razonable. Les dimos la pasta y nos fuimos al hotel para pagar un día mas, pues hasta la tarde noche no nos darían los remos.


Primero pasamos por el embarcadero, para sacar los kayaks del agua, desinflarlos y llevarlos al hotel para evitar mas robos o contratiempos. Una vez allí, Martino se dio cuenta de que también le faltaba el reloj y yo me dije, mierda mi reloj maldito, esta vez nuevo record, ni 15 días conmigo! Pero contra todo pronóstico, el modelo de reloj mas robado de la historia, seguía en la piragua! No me lo podía creer!!Por lo menos un pequeño motivo de alegría.
Cuando ya habíamos sacado las piraguas del agua, me fijo a lo lejos y veo uno de los remos flotando en el agua. Emocionado, me tiro al agua y lo recojo, pero con tanto énfasis con el que fui allí, no me di cuenta de que el agua estaba sucia hasta mas no poder, allí vertían toda la mierda de las casas y la basura la tiran al río y para colmo no cubría nada, con lo que hasta llegar al remo estuve tocando un fango de mierda que,… no quiero ni describirlo!
El caso es que por lo menos teníamos un remo. Parece ser que al intentar robarnos y sacar las cosas de la piragua, los remos les molestarían y los tirarían al agua y la corriente hizo el resto. Los espectadores que vieron la jugada, se percataron de que un poco mas lejos estaba el otro remo!! Esta vez no me tiré al agua, sino que fui de chabola en chabola, saltando, hasta llegar a la que estaba mas cerca del remo. La señora de la casa, al verme que me iba al fango a pillar el remo, me detuvo y sacó una caña de bambú con un gancho en el extremo y en 2 minutos me sacó el remo.
Ilusionados con los remos de nuevo, nos fuimos al hotel para prepararlo todo ya que podríamos marcharnos esa misma mañana. Martino, que quería tratar de recuperar la pasta, se dirigió a la carpintería, pero regresó sin éxito.


Por cierto, se me ha olvidado mencionar que el día anterior, me compré un típico gorro Vietnamita, un poco mas vanguardista y encima válido para la moto!


Me moló un montón el rollito gafas de aviador, muy barato y que coño, para causar sensación por Sopelana!! Ahora solo me falta una moto a juego, tipo Alemana de la II Guerra Mundial, porque con la mía no pega nada.
El caso es que un poco tarde, pero por fin salimos de Mitho, con un poco mal sabor de boca por todo lo ocurrido, pero al final en ruta, que es lo que importaba, el proyecto parecía poder culminarse.
Nos costó un rato salir de esta ciudad con infinidad de chabolas a orillas y una cantidad increíble de barcos, cargueros, botes y grúas, hasta tal punto, que en las orillas, hay gasolineras!! y es muy gracioso ver cómo paran los barcos a repostar como si fuera un coche en una gasolinera normal.


Por suerte, esta estampa industrial que tenía la orilla de Mitho, al de poco desapareció y entramos en un típico delta tropical. Nada de construcciones, casi nada de tráfico naval, un río muy ensanchado y la vegetación, tipo manglar, que llega hasta primera línea de agua. Esto nos gustó bastante, ya que desde que entramos en Vietnam, no ha habido ni un solo momento de zona despoblada o medianamente vegetal. Pero era un enorme humedal, no había ni un solo hueco llano, o libre de vegetación o donde no llegara el agua. Numerosos canales entraban del río a tierra dentro, creados por la acción de la marea. No pudimos ni bajarnos de las piraguas para tomar el bocata de lo cerrada que es la vegetación . Y el poco hueco llano que veíamos era un completo fangal, donde era imposible apearse.
Pronto nos dimos cuenta que encontrar un sitio para dormir iba a ser tarea complicada, por no decir imposible. Por suerte, vimos a lo lejos un pequeño barco que llevaba gente de un lado al otro del río. Esto quería decir que teníamos algún sitio donde bajarnos y con civilización. Ya se estaba haciendo tarde, con lo que decidimos llegar a esa zona de desembarque.
Los tres últimos kilómetros del día los pasamos en el río, con un tormentín de escándalo. Comenzó a llover torrencialmente y con un viento en contra muy molesto. Las piraguas se nos estaban llenando de agua, pero no teníamos ningún sitio donde poder bajarnos, teníamos que llegar hasta ese embarcadero. Fue un final apoteósico, inundados, con frío y unos relámpagos cayendo no muy lejos, pero al final conseguimos bajarnos en aquel sitio.
Una vez allí y tras pasar el monzón, dejamos las piraguas dentro de un almacén de cocos. Les hicimos gestos para ver si nos dejaban dormir dentro, pero nos lo negaban. Un poco mas adelante, había visto una casa tipo estilo colonial, cerrada a cal y canto, pero con un porche con terraza y techo perfecto para dormir. De modo que hicimos tiempo tomando unos refrescos mientras se hacía de noche y siendo el entretenimiento de los pasajeros que esperaban la llegada del trasbordador.
Todo no podía salir a pedir de boca y al de una hora aparecen unos tipos y nos dicen que entremos en el almacén. Eran policías y nos pidieron la documentación. Se tiraron como media hora mirándolo todo y haciendo numerosas llamadas. Al final n os dijeron que allí no podríamos dormir (en el almacén). Nos decían que fuéramos a un hotel. El caso es que cogimos las alforjas de las piraguas y nos fuimos al sitio que había visto. De camino preguntamos a un señor mayor que estaba fuera de su casa, si nos podríamos quedar a dormir en su casa. Todo emocionado nos invitó a pasar sin pegas.
Los policías que nos seguían por detrás, nos dijeron que a un hotel. Les dijimos que el señor nos daba cobijo y que no iríamos a un hotel. A todo esto no sabían inglés. Se pusieron a hablar con el señor y de unas maneras muy violentas, tanto que al final el señor, yo creo que amenazado, nos dijo que nos marcháramos.
Viendo que iba a ser imposible quedarnos a dormir en ningún sitio de allí, estando esos estúpidos policías, de mala ostia, nos fuimos para el almacén a recoger las piraguas, montar todo en ellas y ya casi de noche comenzar a remar. Por suerte no llovía, pero la incógnita de donde dormiríamos nos hacía estar muy incómodos.
En la otra orilla, que era una enorme isla, vimos una luz. Remamos durante un rato para cruzar y encima a contracorriente, ya que para colmo, la marea estaba subiendo. Llegamos a la luz y se trataba de una especie de fábrica donde hacían algo con la cáscara de coco. Les hicimos señas de si podríamos ponernos allí arriba a dormir y nos contestaron con un inmediato y rotundo NO NO NO!
De modo que con los frontales seguimos adelante, pensando en hacer una nueva etapa nocturna, ya que iba a estar complicado encontrar un sitio donde bajarse. Pero al de nada vimos otra luz un poco mas tierra adentro. En una especie de entrante del río, nos metimos y aparcamos como pudimos las piraguas. Martino fue a preguntar por hospitalidad y regresó con un tipo. Me dijo que parecía no haber problema, pero que la abuela estaba muy asustada y no quería nuestra presencia. Había un bote y le comentamos a ver si podíamos dormir en el bote. Nos dijeron que no y señalaron al cielo como indicando tormenta. Y ciertamente, a lo lejos se veían relámpagos.
Decidimos adentrarnos un poco y tratar de encontrar sitio para la tienda. Pero la zona era un completo fangal, húmedo y para colmo todo encharcado por la tormenta. Pero comentamos a ver si podríamos poner las tiendas en un pequeño hueco de tierra y barro que encontramos. No dieron vía libre y rápidamente comenzamos a sacar todo de las piraguas ya que la tormenta era inminente. De echo cuando comencé a montar la tienda las primeras gotas empezaron a caer y en un segundo, el monzón estaba sobre nosotros y con las tiendas a medio montar. Yo la tenía casi lista y me metí enseguida, pero Martino acababa de comenzar.
Serían las 19:00, con una jarreada de escándalo, la tienda mojada y la del italiano ni te cuento y sin cenar, nos dimos la buenas noches, esperando que pronto llegara el día siguiente. Al de menos de 10 minutos y en medio de un sonido escandaloso por la fuerte tormenta que azotaba nuestras tiendas, le oigo decir a Martino, LLOVE DENTRO!! No tenía bien montada la tienda y decía que estaba lloviendo dentro de su tienda. Desesperado me dijo que se salía para pedir cobijo en la casa de la familia, que el no podía seguir ahí dentro.
Al de un rato, regresó para decirme que le habían aceptado y que hay una especie de cama en el pórtico de la casa y que nos dejan quedarnos y además con mesa y sillas para incluso poder cocinar. Oído esto, salí de la tienda con el saco y la comida. Por suerte ya había dejado de llover torrencialmente y nos pusimos a cocinar ante la curiosa mirada de toda la familia.
Durante la noche, la infinidad de mosquitos que había, no me dejaba conciliar el sueño, con lo que me fui a dormir a mi tienda. Cuando me levanté por la mañana, la tienda de Martino, estaba completamente destrozada. Se conoce que no la tenía bien montada y el viento y la lluvia la castigaron de lo lindo. Para colmo, como buen Donceles, no cerró la tienda cuando se marchó y había un lago dentro de ella.
Con una humedad increíble y completamente mojados, recogimos todo, desayunamos y después de otro tormentín de aupa, nos montamos de nuevo en las piraguas, para tratar de llegar al mar, si nada nos lo impedía.


Por suerte, no hubo mayores complicaciones y tras dos horas de paleo, atisbamos a lo lejos una gran apertura del río que nos indicaba la posible presencia del mar! Una hora mas y efectivamente, no se veía mas tierra en el horizonte, tan solo un arenal inmenso que daba la bienvenida a agua salada. Entre lágrimas y una tremenda emoción continué remando hasta desembarcar en la arena.


Una extraña acumulación de arena, que parece que se cubre de agua con la marea, hacía misterioso pero a la vez mágico ese final, la culminación de un sueño con el que tanto he soñado y que por fin, tras duros, bonitos, apasionantes e increíbles vivencias, se ha hecho realidad!


Parece que ni en el final los policías o militares nos van a dejar tranquilos y para seguir con la tradición de tocarnos los huevos, un tipo vino a decirnos que allí no se podía estar. No nos dejaron disfrutar de este momento, que tanto había esperado. De modo que como prometido, un baño rápido en el mar y pirarnos de aquel sitio, que creemos que es un banco de pruebas militar, por las numerosas torretas que había en toda aquella extensión de arena. Increíble la cantidad de agua que tiene que llevar el río, ya que incluso en donde se diluye con el mar, no se aprecia prácticamente salinidad alguna.
Por lo menos aprovechamos la presencia militar y le pedimos que nos tomara la FOTO FINISH!!


50 El barco de Popeye


Salimos de Phnom Penh un poco tarde, pues Martino, la noche anterior, no se encontraba nada bien y decidí no poner el despertador. Cuando se levantó, se encontraba muy bien, con lo que comenzamos a preparar todo para continuar con el piragueo. Teníamos el visado de Vietnam, con lo que ya nada nos impedía llegar al mar, o por lo menos, eso pensábamos nosotros.
Calculamos que en dos días llegaríamos a la frontera entre Camboya y Vietnam. Esta vez, no íbamos a tener mayor complicación en la aduana, ya que esta se encuentra en el propio río y además, tenía guardado el punto en el GPS.
En cuanto nos pusimos a remar, un fuerte viento nos azotaba de cara, levantando unas olas de, a veces, mas de medio metro. A parte de la incomodidad de estar constantemente corrigiendo el rumbo de la piragua, mojarte en cada remada por la salpicadura del viento y notar que no avanzas prácticamente nada, súmale el estar parando cada hora para vaciar la piragua, de todo el agua que el oleaje nos mete dentro.
De modo que el nuevo comienzo, tras 3 días de relax en la capital, no fue todo lo propicio que hubiéramos deseado. El paisaje, como ya viene siendo habitual, desde que entramos en Camboya, no nos aporta nada especial. Tan solo, grandes rectas que parecen no acabar y llanura increíble a ambos lados del río, sin montañas, ni árboles, ni nada mas atractivo que alguna vaca pastando y algún arrozal.
De vez en cuando, me paro a contemplar a algún pescador mientras recoge las redes, para ver si ha tenido éxito en su arte. A veces, si tengo suerte o he esperado lo suficiente, puedo ver cómo lanzan la red. Tan sólo una vez he tenido la cámara a mano y la fortuna me acompañó, pues la única instantánea que pude tomar del momento, refleja bastante bien la destreza con la que manejan la red y el equilibrio que han de tener.


Los dos días que tuvimos que acampar antes de llegar a la frontera, lo hicimos en una isla. Por esta zona las playas, no son tan comunes como hasta ahora, de modo que el mejor sitio para acampar, son las islas. El primer motivo se debe a que estas islas están deshabitadas. Esto nos asegura, no tener mas visitas policiales o gente curiosa, que al final termina siendo un poco molesta y que posiblemente, sean los que avisen a la policía. De modo que en las islas, este inconveniente lo reducimos bastante. Y el otro motivo, es debido a que la mayoría de estas islas son zonas de cultivo. Esto quiere decir, que por el día trabajan aquí y para comer suelen hacer fuego, con lo que, es bastante fácil conseguir algo de leña acumulada por la zona para hacer fuego.
El único inconveniente, es que la única zona sin cultivar y donde podemos poner la tienda, es una estrecha franja antes de llegar al río. Esto supone, a veces no tener el hueco suficiente como para poner la tienda y una humedad extrema por estar a orillas del río. Esto hace que a la mañana siguiente, la tienda esté completamente empapada y que me cueste un montón encender de nuevo el fuego, ya que la leña está mojada.
El segundo día, llegamos a Neak Luong a la hora perfecta, la hora de comer. Con lo que como siempre que encontramos un pueblo a la hora de comer, paramos para repostar un poco de arroz, fruta y comprar algunos víveres para llevar con nosotros.
A escasos 30Km de este pueblo, se encontraba la frontera, con lo que sabiendo que al día siguiente iba a ser factible llegar a ella pronto, nos lo tomamos con calma en este pueblo. Nos bajamos en el embarcadero principal, donde llegan los ferrys, que pasan a la gente y vehículos de una orilla a la otra del río, pues el pueblo se encuentra dividido por él. Menudo exitazo nuestra llegada. Medio pueblo vino hasta allí para vernos e incluso tuvimos aparca kayaks particular! Unos niños que se encontraban bañándose y jugando en el río, nos remolcaron hasta la orilla, siendo la envidia del medio pueblo expectante, apoyados en la valla que impide que la gente pase a esta zona del embarcadero y queriendo ser aquellos niños para poder fisgonear y toquetearlo todo.


Sobre las 11:00 del medio día, llegamos al puesto fronterizo de Camboya, donde desembarcamos a lado de un barco lleno de guiris que llegaban en un bote con el logotipo de DELTAADVENTURE!!(jaja pedazo aventura), ante la incrédula mirada de los turistas.
Una vez sellada la salida del país, gastamos los últimos Reals (moneda de Camboya) en un puesto de detrás de la frontera, unos plátanos y unas galletas de azúcar y cacahuetes, que entraron de miedo.
Un kilómetro mas adelante, llegamos al puesto fronterizo de Vietnam, una casa flotando sobre el río, nuevamente ante un incrédulo escrutinio del turisteo que se encontraba esperando al bote para ser llevados a la frontera camboyana. Sorprendentemente, no tardamos ni 5 minutos en salir de allí. Fue todo rapidísimo, entrar, sellar pasaporte y montarnos de nuevo en las piraguas, viendo cómo los guiris se quedaban flipados (por que a saber cuanto llevarían allí esperando).


Increíble el cambio tan drástico que se aprecia nada mas entrar en Vietnam. Hasta ahora habíamos estado viendo algún barco que extrae arena del fondo y multitud de pescadores con sus botes. Bueno, pues ahora es todo lo contrario. Tan solo vemos unas estructuras enormes cargadas con grúas que sacan arena del fondo y las depositan en enormes barcos y de vez en cuando, vemos algún pescador. Y el tránsito de barcos y cargueros es impresionante, por no mencionar, el desagradable sonido de los motores, tanto de los barcos, como de las grúas, cargueros,…
Incluso a orillas del río, antes veíamos verde y algún asentamiento o mas a menudo pueblos como en la parte camboyana. Pero aquí, toda la costa está completamente minada de casas, chabolas, fábricas e infinidad de antenas y parabólicas. De echo incluso el color del ambiente es de un continuo gris plomizo, pero no de nieve sino de industria (no quiero decir con esto que sea una zona industrial, solo la sensación que da).


Con este panorama, nos esperábamos lo peor a la hora de acampar. Iba a ser un tanto complicado, encontrar una zona algo despoblada o por lo menos un hueco de tierra donde poner la tienda. Pero parece ser, que algo de corriente debíamos de tener a favor, ya que para las 14:30, ya estábamos en Tan Chau, pueblo donde ya me había alojado con Eneko cuando subíamos en bici. De modo que le comenté  a Martino, la posibilidad de dormir en el hotel donde dormimos hace 5 meses, que estaba a orillas del río y encima, con wifi. La opción de cama, siempre es bien recibida, con lo que traté de localizar desde el río el hotel.
Al de un rato, por fin lo reconozco. Era el hotel perfecto, ya que está a tan solo 10 metros de la orilla del río. No estamos acostumbrados a pagar tanto, 5 dólares cada uno, pero aceptamos el precio. Tras una duchita y limpieza de ropa, nos fuimos a cambiar dinero y a cenar algo.
Para nuestra sorpresa, cuando volvíamos de cenar, ya de noche, Martino dice para echar un vistazo a las piraguas. Menos mal que se le ocurrió, porque en cuanto nos asomamos a la rampa, vimos a unos 12 niños saltando y subidos en las piraguas!! Para colmo, el nivel del agua había bajado y se encontraban asentadas sobre pequeños guijarros! Menuda mala ostia que se me puso, pensando que posiblemente, ya estuvieran pinchadas. Les grité a los chavales, quienes salieron escopetados de la zona.
Por suerte, estaban perfectamente, aunque mi asiento delantero, sacado de su sitio y el gorro, Patricio y algunas cosas mas, desperdigadas por la piragua. El tipo del hotel nos dijo que sería mejor si llevábamos las piraguas al hall del hotel. Dicho y hecho, sacar el bidón de 20L y la bolsa de la comida y llevarlo todo al hotel, que menos mal que se encontraba ahí alado, porque sino…
A la mañana siguiente salimos de aquel lugar, que en un primer momento, ya nos había dado un poco de mala espina. Como si de un teatro al aire libre se tratara, pues en lo alto de la rampa estaba de nuevo medio pueblo observando todo nuestro proceso de acercamiento y montaje de piraguas, salimos de aquel lugar, rumbo a la desembocadura.


Increíble, que a unos 200Km antes de la desembocadura, se note el efecto de la marea! Esta vez cuando pusimos las piraguas en el agua, el nivel estaba mucho mas alto que cuando las sacamos la noche anterior, de modo que no era que el nivel hubiera bajado por un descenso del caudal del río, sino por el efecto del mar!!
De modo que ahora había que calcular las mejores horas de paleo, para no remar cuando la mera subiera, pues tendríamos la corriente en contra. Entre que el paisaje no es muy bonito, por la densidad poblacional, hay mucho tráfico naval, el agua está muy calmada e incluso con corriente en contra y que encima se ve muy próximo el final, me está costando bastante esta última parte.
Por lo menos al final del día, tuvimos algo diferente. Paramos a comer el último bocata antes de las 2 últimas horas de paleo, en un lugar de plantaciones hortícolas y donde se encontraban unos trabajadores construyendo un barco. Observé, que en la zona donde se ponen para comer, tenían un bidón grande de agua. Me fui para allí para pedir que me rellenaran la botella. Los tipos majísimos, nos ofrecieron agua con hielos, nos rellenaron las botellas e incluso nos dieron una especie de macedonia de frutas con alubias dulces y hielo, que entró que te cagas!


Con el estómago bien lleno, comenzamos a remar y por suerte con corriente a favor, ya que la marea estaba bajando! Preocupados por encontrar un sitio decente donde poder acampar, llegamos a otra zona de cultivos. Paramos para inspeccionar la zona, por si podría haber un hueco donde poner la tienda, ya que era uno de los pocos sitios despoblados que habíamos visto desde hacía rato. Comprobamos, que un poco mas arriba de donde habíamos atracado, había un sitio muy bueno donde poner la tienda, llano, con hierba y abundante leña seca por la zona.
Una vez remontado un poco el río, hasta la zona de acampada, nos pusimos a sacar las cosas de la piragua y a montar las tiendas. Como siempre, desde hace ya varias semanas, la gente de la zona viene a observarnos. Pero curiosamente, estos fueron muy prudentes, un ratito de observación, unas verduras de obsequio y se marcharon. Agradecimos mucho esta prudencia, porque al final ,nos incomoda un poco que se tiren 3 horas mirándonos. Un poco mas tarde, llegó un grupo de estudiantes, solo una de ellas sabía hablar inglés y bastante bien para lo que estamos acostumbrados. También muy correctamente, preguntaron por nuestra procedencia y alguna cuestión mas y se marcharon al rato.
Cuando ya terminamos de cenar y limpiar los cacharros, justo en el momento de meternos en la tienda, un farol intenso nos iluminó. Eran las estudiantes, que nos traían un poco de fruta y unos dulces a modo de obsequio. Estábamos cansaditos y cenados, pero nos hizo mucha ilusión el detalle. Con lo que empezamos a comernos la fruta como postre y a contestar las preguntas que nos hacían. Echaron mas leña al fuego e hicimos un corro alrededor de el.
Al de un rato estaríamos como unas 20 personas alrededor del fuego, niños la mayoría, pero también algún adulto y la abuela. Largo rato nos tiramos con aquella gente y la verdad es que fue un momento muy bonito, sin entendernos mucho, pero lo justo y disfrutando de la noche a la luz del fuego y con el susurro del río de fondo. Este entrañable momento lo tendremos bastante presente durante largo tiempo, no sabría decir el porqué, pero fue un momento un tanto mágico.
Al de un rato prudente, también decidieron al unísono dejarnos ir a dormir y con una muy buena sensación nos fuimos al duro suelo para descansar lo máximo posible y afrontar al día siguiente una nueva jornada de paleo.
A la mañana, antes de que nos metiéramos al agua, vinieron casi todos a despedirse. El padre de familia, me pidió dar una vuelta con la piragua. Fue muy gracioso ver lo bien que se manejaba con ella y mas aún, ver la cara de felicidad y lo emocionado que estaba por andar con aquel peculiar bote.


Una bonita despedida de aquella agradable gente, iluminada por los primeros rayos del alba, nos auguraba un curioso día.


Una bruma espesísima hizo que nos mantuviéramos muy cerca el uno del otro, ya que no se veía nada a mas de 10m. Estábamos un tanto alerta, ya que la densidad de barcos que transitan por esta agua, podría hacernos pasar un mal rato si alguno de estos no nos viera con suficiente antelación.
Sobre las 11:00, comenzó a levantarse la niebla. Tras dar una curva de izquierdas, ante nosotros se presentaba una recta inmensa, donde el río se ensanchaba en unas dimensiones considerables y con una gran multitud de cargueros navegando, casi todos ellos en nuestra dirección. También había numerosas plataformas flotantes, donde se encuentran estas grúas extrayendo arena del fondo y cargándola en los barcos.
Martino me comentó algo en italiano, no le salía la palabra en Inglés, pero al final le entendí, que iba a ser la primera vez que adelantaríamos a un  barco. Se había fijado en carguero de arena que iba delante nuestro y decía que nosotros íbamos un poco mas rápidos y que lo adelantaríamos. En fin, cada uno distrae la mente con sus cosas y este italiano es muy dado a estas cosas, como por ejemplo, he contado las paladas que me llevas de ventaja, nos quedan no se cuantas paladas para llegar a destino, y muchas mas que no me acuerdo. El caso es que comenzamos a remar un poco mas fuerte, para tratar de efectivamente, adelantar al carguero.
Al final por la tontería de adelantarlo, nos estábamos reventando y todavía nos quedaban otras 4 horas y media para acabar el día. El caso es que, sí que íbamos a adelantarlo, pero de la petada que teníamos, decidimos descansar un rato agarrándonos al barco. Se estaba tan bien allí, que atamos las piraguas al barco para no tener que andar sujetándonos con las manos. Hacía un sol de espanto, pero justo donde nos agarramos, era la zona de sombra, con lo que sin tener que remar, a la sombra y con un poco de brisita por el avance, estábamos como unos majarajas!!


De lo bien que se estaba nos bajamos de las piraguas y nos sentamos en la arena que cargaba el barco. Bueno mejor dicho, la arena estaba en una especie de contenedor, el cual era empujado por el barco. De modo que teníamos una playa artificial donde poder tomarnos el bocata. Y encima, esta vez, aún estando parados tomando el tentempié, estábamos avanzando!!
El barco era precioso, pequeñito, de madera y con un toque de colorido. Me daba la sensación de estar en el barco de Popeye, yendo a rescatar a Olivia, quien se encontraba secuestrada por el malvado Brutus!


Se estaba tan a gustito en ese barco, con una tripulación de 5 personas encantadoras, la playita artificial y una calma acuática e incluso con corriente en contra, porque empezó a subir la marea, que decidimos quedarnos en el barco un rato mas.
Al final, el rato, terminó siendo un gran rato. Nos echamos hasta siesta y todo. Con el ronroneo de los motores, la arenita, el solcito, una ligera brisa, un lento avance y el cansancio acumulado, caímos rendidos en un profundo sueño. El paisaje tampoco era nada bonito, al contrario, era horroroso, con lo que decidimos quedarnos hasta la cena y aprovechar esa improvisada playita para cocinar con el gas.
Una vez terminado de cenar y con la oscuridad de la noche, no veíamos si en la orilla habría algún sitio propicio para acampar. Sin ninguna gana de ponernos a remar a oscuras, tener que buscar algún lugar, posiblemente tener que dormir a malas en zona húmeda y sintiéndonos súper a gusto en aquel barco de dibujo y con agradable tripulación, pedimos permiso para subir a la proa para dormir. Se dirigían a Ho Chi Minh, con lo que deberían pasar por Mitho, pueblo donde comenzamos a pedalear hace 5 meses. No nos pusieron pegas y les dijimos que nos apearíamos en Mitho.
Muy bonita noche la que pasamos en aquel barco, en la proa, con una tenue luz anaranjada, procedente de los focos señalizadores del barco y sentados en un banquito que tenían en el morro, donde el ligero correr del aire acariciaba nuestros rostros.


Al de unas horas teníamos bastante fresco, con lo que nos pusimos los sacos, pero la incomodidad del lugar hacía que ya no nos pareciera tan graciosa la historia. Pero por lo menos estábamos avanzando, a un ritmo sorprendentemente lento y en definitiva, fue una noche muy bonita.


Buenas noches Popeye!! Y gracias por este agradable paseo.

49 Marejadilla


Como siempre, la isla de Don Det, en las 4.000 islas del Mekong, no defraudaron. Unos días de relax, en la hamaca, sin hacer nada mas que leer, disfrutar del amanecer y del atardecer, comer, cenar y dar unos paseos, se agradecen de lo lindo.
A partir de aquí es cuando la cosa se pone complicada, ya que en esta zona hay numerosas cataratas y rápidos. Nuestra intención era tratar de pasar a Camboya remando, pidiendo ayuda a una pequeña agencia local, que hace tours en piragua por esta zona. Aquí, nos dijeron que n o se podía pasar a Camboya en piragua. Que lo que hacen es ir a la isla donde se encuentra la catarata que hay que pasar, toman en esta isla un tuc tuc y les llevan hasta la otra punta, donde no hay peligro y vuelven a meter las piraguas en el agua.
Una vez aquí, nos llevarían a la zona fronteriza, donde tendríamos que tomar un tuc tuc unos cuantos kilómetros hasta la frontera y volver al río una vez realizado el tema de los visados. Total, que íbamos a pasar mas tiempo en tuc tuc que en el agua y además nos pedían bastante dinero. Nosotros pensábamos que sería barato, ya que tenemos nosotros las piraguas y no necesitamos que nos den de comer, tan sólo sería seguir al grupo. Pero parece ser que para lo que nosotros queríamos nos iban a poner a un guía, ya que con el grupo no llegan a la frontera.
El caso es que, al día siguiente, decidimos pillar un autobús hasta Stung Treng y una vez allí, tomaríamos otro hasta Sambor, que queda a tan sólo 35Km de Kratie, pero es en esta zona donde se encuentran los delfines de agua dulce. Tendríamos que ir en transporte hasta este sitio, porque hay una zona de fuertes rápidos, que no son navegables y muy peligrosos.
Muy a nuestro pesar, al día siguiente, empaquetamos las piraguas y nos fuimos de la isla en bote, para llegar a tierra y tomar un bus hasta la frontera con Camboya. El numerito que montamos con todos los bártulos, no pasa desapercibido y todos los turistas del bus nos preguntaban lo mismo, que llevamos en esas bolsas. Para colmo, todo el autobús sabía de la existencia de ellas, ya que no cabían en el maletero y tuvimos que ponerlas en el pasillo.
Cuando contamos lo que había dentro y de donde veníamos y a donde íbamos, la gente no salía de su asombro. Esto también tiene de bueno, que se hacen relaciones sociales mas fácilmente que viajando con la mochila. Todos quieren hacer preguntas e interesarse un poco mas por la experiencia. De modo que no nos faltó conversación el bus.
Cuando pasamos la frontera y pasamos a Camboya, otro autobús nos estaba esperando. Aquí, nuevamente nos preguntó el chofer, que era lo que llevábamos. Hablando un poco con el, nos comentó que la intención de llegar desde Stung Treng hasta Sambor en algún bus, no era posible, ya que no hay ese servicio, debido al mal estado de la carretera y que después de Sambor, tendríamos otros tres rápidos mas, que sin saber por donde ir, podrían ser peligrosos.
De modo que sin transporte hasta donde queríamos y con la incertidumbre de los rápidos, continuamos hasta Kratie en aquel autobús. Los dos coincidimos en estar un tanto dolidos por aquella decisión, ya que a parte de hacer casi unos 200Km sin remar, nos íbamos a perder la zona donde habitan los delfines de agua dulce y a mi especialmente, esto me hacía mucha ilusión. Albergaba la esperanza de poder ver a estos curiosos delfines nadando junto a nuestras piraguas, pero bueno, ante todo, salvaguardar nuestra integridad física.
Una vez en Kratie y como ya viene siendo muy habitual aquí, lo primero que hice,…


El tercer reloj que le compro a este tipo. Cada vez que me ve se le ilumina la cara! Parece que hasta sabe que me han vuelto a robar el reloj y que le voy a comprar otro! Esta vez no tenía el de siempre, pero es el mismo, solo que un poco mas pequeño y he de decir que un poco mas bonito. Me dijo que esta vez me iba a tener suerte con este reloj. Joder, eso espero! Por lo menos que llegue a casa!!
Después de unos días sin remar, cuando comenzamos a remar, nuestros músculos notaron esa jornada de relax. Costó mas de lo habitual calentarlos y que desaparecieran unas pequeñas molestias en los hombros. Pero al cabo de tres horas, todo está estupendamente, estupendamente jodido, pero acostumbrado.
A pesar de el relax, hicimos bastantes kilómetros, posiblemente por el viento que nos acompañaba de cola. De modo que decidimos parar en un sitio bastante chulo y que parecía tener una zona de hierba. Esto era fundamental para esta noche, ya que debido al fuerte viento, necesitábamos una zona mas dura donde clavar las clavijas de la tienda, ya que en la arena no se clavan y el viento nos lleva la parte de arriba de la tienda o sino hace un ruido muy molesto la lona con el viento, que no nos deja dormir.


Echábamos de menos cocinar y hacer fuego, pero lo que mas notábamos su falta eran esos atardeceres increíbles desde la zona de acampada junto al río. Esta vez, la tarde no nos defraudó y nuevamente cocinamos bajo un precioso fondo anaranjado.


Estamos yendo a la capital de Camboya, Phnom Penh. Calculamos que en unos 6 días llegaríamos. No compramos comida para tantos días, ya que en mitad de camino, llegaríamos a Kompong Cham, pueblo turístico, donde podríamos comprar mas víveres.
La llegada o proximidad de este pueblo, nos la iba a anticipar el divisar un nuevo puente. Puente que tanta ilusión sabíamos que nos iba a hacer el divisarlo. La noche anterior, dormimos muy cerca de este pueblo. Parece ser que este viento, a pesar d eser un incordio, tener que remar con un oleaje constante, que se asemeja a un día de marejadilla en el mar, nos está ayudando. De modo que sobre las 9:00, divisamos el tan ansiado puente, acompañada por una sonrisa de oreja a oreja en nuestros rostros!


Aquí, aprovechamos para comer un poco, rellenar el bidón de agua, que por cierto, tuvimos que comprar uno nuevo, pues el que compramos en China, nos lo dejamos en el bote que nos sacó de Don Det y concluimos las tareas comprando las provisiones necesarias.
Entre pitos y flautas, nos metimos al agua sobre las 12:30, de modo que al de unas 3 horas de paleo, comenzamos a buscar un buen sitio de acampada, nuevamente, a poder ser con hierba, ya que el viento seguía sin parar. Cerca de el embarcadero, donde llega el transbordador que une una orilla con la otra, vimos una zona elevada donde parecía haber un poco de hierba.


Efectivamente, un poco mas adelante del embarcadero, encontramos una zona propicia. En cuanto atracamos, unos niños, que vieron nuestra llegada, sigilosamente se acercaba curiosos, para fisgar y contemplar a aquello extraños. En cuanto les mirábamos, se alejaban asustadizos entre sonrisas. Poco a poco fui ganándome su confianza, sacándoles fotos y tratando de que se acercaran para verlas. Al final terminamos echando una risas y jugando un poco con ellos.


Los niños, no fueron los únicos en venir a fisgonear. En cuanto medio pueblo se enteró de que allí había unos “Falang” (hombre blanco), no dudaron en venir todos y cada uno de sus habitantes a ver cómo el maestro chef Martino, preparaba la cena.


Un ratito el temita de la compañía y diecisiete personas mirándote, hace gracia, pero al cabo de dos horas como que necesitas un poco de intimidad. Ahora ya sabemos lo que hay que hacer para que la gente se marche sin tener que ofenderles pidiéndoles que se piren. En cuanto me quité el traje de baño y me quedé en cueros para ponerme el pantalón largo, como por arte de magia, todos se piraron!! De modo que su pudor, va a ser nuestra mejor arma para cuando queramos tranquilidad, enseñar un poco el culo y desaparece todo cristo.
Nuevamente magnífico atardecer!!!


Este viento incesante, a pesar de ayudarnos a hacer mas kilómetros de los que esperamos, nos está matando. La marejada constante que genera este viento, hace que estemos continuamente corrigiendo la dirección de la piragua, debido a las olas que este genera. Además el viento cambia constantemente y nosotros también, cada vez que tomamos alguna curva, de modo que para cuando le hemos pillado el tranquillo a esa dirección del oleaje, nuevamente se nos cambia. Esto hace que estemos continuamente cargando un solo brazo, pues generalmente el viento nos viene de costado y terminemos con molestias de hombro y brazo.
El viento además parece que nos fatigue mas, porque últimamente, cada vez que hacemos una de nuestras paradas estratégicas, nos quedamos un ratito mas de lo normal descansando e incluso echando una fugaz siesta. También el echo de sentir que estamos bastante cerca de la desembocadura, cerca del final de esta etapa y experiencia en nuestras vidas, creo que nos hace estar mentalmente fatigados. Como digo siempre y así me sucede, cuando estás cerca del final de algo, esa última recta final, se te hace mas dura. Y mas aún ahora, en estas fechas tan señaladas, que por primera vez voy a pasarlas alejado de la familia, se me está haciendo particularmente duro.


Entre que siempre que paramos, lo hacemos en la orilla de alguna playa y que últimamente el oleaje es persistente, cuando le tomo una foto a Martino embarcando, parece que estemos de paseo dominguero en el mar por las playas de Barbate.


domingo, 12 de diciembre de 2010

48 4.000 Islas


A primera hora de la mañana pasamos el puente, no era de la amistad, pero podría serlo perfectamente ya que es igual de grande y con el mismo diseño y construcción. Ya lo habíamos visto hacía dos noches remando a oscuras y gozado de alegría tras divisar las luces que lo iluminaban, con lo que esta vez no lo cruzamos con tanta pasión, pero nos estamos aficionando a los puentes. Ya llevamos 4 puentes desde China, dos de la amistad y uno en construcción no contabilizado.


Salimos bastante tarde, sobre las 9:00, con lo que nada mas empezar a remar, ya estábamos sudando. Nos lo tomamos con calma, por que tan solo serían unos 25Km hasta Champasak, donde nos alojaríamos de nuevo en una guest house y dormir en camita dos días seguidos!
El echo de saber que son pocos kilómetros los que teníamos que hacer y haber salido tarde, con toda la solana, hizo que estuviéramos un poco perezosos. Pero poco a poco al final, llegamos al embarcadero, donde llegan los transbordadores con los coches, motos y pasajeros que quieren llegar a este pueblo, desde el otro lado de la orilla.


No me acordaba bien de cómo era el sitio donde me alojé hacía un par de años, con lo que tres veces tuve que subir a mirar si era la guest house a orillas del río que yo quería. Por fin, a la tercera va la vencida, la encontré. El dueño seguía estando tan loco como siempre y sin parar de reírse por nada constantemente. Seguía siendo muy barata la habitación y también la comida, con lo que disfrutamos del resto de la tarde escribiendo y leyendo un poco en la terraza a orillas del río.
Por la mañana prontito, nos despertamos para preparar todo y desayunar en cuanto abrieran la cocina. Despertarse tan pronto en aquel lugar, tuvo su recompensa, ya que pudimos ver, cómo los pescadores registran las redes colocadas estratégicamente en las zonas con mas corriente e iluminados por los primeros rayos del astro rey.


Estábamos cerca de la zona conocida como las 4.000 Islas del Mekong, debido a la multitud de islas que se encuentran en esta zona. También en esta zona hay unas cuantas cascadas, mejor dicho, cataratas, con lo que teníamos intención de tomar un bote o algún otro transporte hasta allí. Pero el tipo de la guest house nos dijo que hasta Don Khong, no teníamos problema, que luego era cuando aparecían la multitud de islas e islotes donde es muy fácil perderse y ser conducido hasta una de las cataratas.
De modo que nos esperaban dos días de paleo hasta llegar a la isla mas turística y grande de esta zona, Don Khong, donde una vez allí tomaríamos un bote hasta Don Det, que es la isla donde queríamos llegar.
Llevamos mucho tiempo en Laos y las 4.000 islas hacen frontera con Camboya. De modo que esta zona se había convertido como en un punto clave en este periplo de la piragua. Uno, porque significaba pasar a otro país y dos, porque estaríamos bastante cerca de la desembocadura, bueno bastante cerca, unos 600Km, que son unos cuantos todavía! Con lo que como siempre suele pasar cuando ves cercano el fin de algo, nos costó bastante palear este día. Además las aguas estaban estancadísimas, parecía que estuviéramos en un lago, por la tranquilidad de sus aguas y por la envergadura que adquiera aquí el río, con lo que costaba aún mas.
Esa misma tarde, ya empezamos a ver bastantes islitas, alguna de las cuales era bastante grande e incluso habitada. De echo, gracias a ello, unos niños y niñas que estaban en la escuela, salieron a la orilla tras nuestra aparición para saludarnos, lo cual nos dio las suficientes fuerzas para continuar un poco mas.


Estas pequeñas islitas, tienen un punto extra, que diferencian al resto de las playitas en las que hemos acampado y parado a tomar el tentempié. Tienen una especie de manto vegetal increíble! Parece que estemos tomando el bocata en el green del mejor campo de golf inglés.


Por fin hicimos los kilómetros que habíamos previsto para ese día y comenzamos a buscar el mejor sitio para acampar. Lo bueno de haber tantas islitas es que la abundancia de playas es mayor y tenemos mas donde elegir. Nos decidimos por un sitio elevado, donde mitigar un poco la humedad procedente del río y con abundancia de madera para poder hacer unas brasas buenas para una merecida cena. Un atardecer espectacular hizo el resto, para culminar de la mejor manera la jornada.


Al día siguiente, supuestamente tendríamos pocos kilómetros hasta el empiece de la isla. Sobre las 12 del mediodía llegamos a ella y aprovechamos para tomar unos noodels en las cercanías de un templo. Allí preguntamos por un bote para llegar a Don Det, pero nos dijeron que quedaba muy lejos. Nos dijeron que tendríamos que tomar un tuc tuc que nos llevara hasta el extremo sur de la isla donde salen los botes a esta pequeña isla. Como era pronto, decidimos ir tirando poco a poco hasta llegar a este extremo de la isla.
A las 14:15, llegamos a una zona donde había numerosos botes. Paramos para tomar el último bocata y preguntar si nos acercaban a la isla. Nos dijeron que si nos llevaban, pero nos pedían 40$, con lo que nos montamos en las piraguas y continuamos mas adelante, pues todavía no estábamos en el pueblo del sur de donde salían los botes.
Supuestamente este sitio, en el sur de la isla, se encontraba a unos 5Km de la última parada, pero tras 2h de paleo, todavía seguíamos viendo mas isla en el horizonte. Ya era hora de empezar a buscar zona para acampar, pero el GPS marcaba tan sólo 10Km hasta el punto que había tomado en julio desde esa misma isla. De modo que decidimos jugárnosla a tratar de llegar por nuestra cuenta a la isla.
No sabemos en qué momento, dejamos la isla grande, porque según el GPS ya no estábamos junto a la costa de Don Khong. Se conoce que nos pasamos de largo alguna pequeña entrada del río cubierta por la vegetación. Entramos en una zona donde numerosas islitas empezaban a desorientarnos. Cuando entramos otra vez en una zona donde se podía navegar sin problemas, el rumbo que estábamos siguiendo, no era el correcto. Estábamos un pelín perdidos y encima con el temor de saber que por esa zona hay numerosas cataratas. Todavía no estábamos cerca de ellas, pero un poco desorientados si que si y además atardeciendo.
Llegamos a otro tramo de numerosas islitas. Aquí tratamos de ir por la zona mas a la izquierda, pues por allí se encontraba la isla. Entre unos árboles, vimos que había un pescador con su bote. Le preguntamos por donde se encontraba la isla y nos señaló por donde tratábamos de ir. Viendo la multitud de recovecos que había, le pedimos que nos llevara. No puso ninguna pega y en cuanto terminó de poner las redes, junto con su hijo, nos ató las piraguas al bote, arrancó y nos pusimos afortunadamente en buenas manos, rumbo a Don Det!
Pues menos mal que nos llevó aquel buen hombre, ya que si nosotros, por nuestra cuenta e intuición tuviéramos que haber encontrado la salida, todavía estaríamos allí ahora mismo tratando de salir.


Enormemente agradecemos a aquel pescador que nos sacara de allí!!


Imposible haber llegado de día por nuestra cuenta, ya que con el bote, aún así llegamos casi oscurecido del todo. Pero que bonita estampa, la que nos dejó aquel atardecer, con la estela del bote en el agua rojiza por los últimos rayos del sol y las islas y árboles sombreados por el último toque de luz del anaranjado sol.


PRECIOSOOOO SUNSET!!


A oscuras llegamos a la guest house, en la que por tercera vez me alojo y bajo sorpresa de la dueña, quien pensaba que era mentira, cuando en julio, le dije que volvería en piragua a dormir en sus bungalows.