sábado, 25 de diciembre de 2010

49 Marejadilla


Como siempre, la isla de Don Det, en las 4.000 islas del Mekong, no defraudaron. Unos días de relax, en la hamaca, sin hacer nada mas que leer, disfrutar del amanecer y del atardecer, comer, cenar y dar unos paseos, se agradecen de lo lindo.
A partir de aquí es cuando la cosa se pone complicada, ya que en esta zona hay numerosas cataratas y rápidos. Nuestra intención era tratar de pasar a Camboya remando, pidiendo ayuda a una pequeña agencia local, que hace tours en piragua por esta zona. Aquí, nos dijeron que n o se podía pasar a Camboya en piragua. Que lo que hacen es ir a la isla donde se encuentra la catarata que hay que pasar, toman en esta isla un tuc tuc y les llevan hasta la otra punta, donde no hay peligro y vuelven a meter las piraguas en el agua.
Una vez aquí, nos llevarían a la zona fronteriza, donde tendríamos que tomar un tuc tuc unos cuantos kilómetros hasta la frontera y volver al río una vez realizado el tema de los visados. Total, que íbamos a pasar mas tiempo en tuc tuc que en el agua y además nos pedían bastante dinero. Nosotros pensábamos que sería barato, ya que tenemos nosotros las piraguas y no necesitamos que nos den de comer, tan sólo sería seguir al grupo. Pero parece ser que para lo que nosotros queríamos nos iban a poner a un guía, ya que con el grupo no llegan a la frontera.
El caso es que, al día siguiente, decidimos pillar un autobús hasta Stung Treng y una vez allí, tomaríamos otro hasta Sambor, que queda a tan sólo 35Km de Kratie, pero es en esta zona donde se encuentran los delfines de agua dulce. Tendríamos que ir en transporte hasta este sitio, porque hay una zona de fuertes rápidos, que no son navegables y muy peligrosos.
Muy a nuestro pesar, al día siguiente, empaquetamos las piraguas y nos fuimos de la isla en bote, para llegar a tierra y tomar un bus hasta la frontera con Camboya. El numerito que montamos con todos los bártulos, no pasa desapercibido y todos los turistas del bus nos preguntaban lo mismo, que llevamos en esas bolsas. Para colmo, todo el autobús sabía de la existencia de ellas, ya que no cabían en el maletero y tuvimos que ponerlas en el pasillo.
Cuando contamos lo que había dentro y de donde veníamos y a donde íbamos, la gente no salía de su asombro. Esto también tiene de bueno, que se hacen relaciones sociales mas fácilmente que viajando con la mochila. Todos quieren hacer preguntas e interesarse un poco mas por la experiencia. De modo que no nos faltó conversación el bus.
Cuando pasamos la frontera y pasamos a Camboya, otro autobús nos estaba esperando. Aquí, nuevamente nos preguntó el chofer, que era lo que llevábamos. Hablando un poco con el, nos comentó que la intención de llegar desde Stung Treng hasta Sambor en algún bus, no era posible, ya que no hay ese servicio, debido al mal estado de la carretera y que después de Sambor, tendríamos otros tres rápidos mas, que sin saber por donde ir, podrían ser peligrosos.
De modo que sin transporte hasta donde queríamos y con la incertidumbre de los rápidos, continuamos hasta Kratie en aquel autobús. Los dos coincidimos en estar un tanto dolidos por aquella decisión, ya que a parte de hacer casi unos 200Km sin remar, nos íbamos a perder la zona donde habitan los delfines de agua dulce y a mi especialmente, esto me hacía mucha ilusión. Albergaba la esperanza de poder ver a estos curiosos delfines nadando junto a nuestras piraguas, pero bueno, ante todo, salvaguardar nuestra integridad física.
Una vez en Kratie y como ya viene siendo muy habitual aquí, lo primero que hice,…


El tercer reloj que le compro a este tipo. Cada vez que me ve se le ilumina la cara! Parece que hasta sabe que me han vuelto a robar el reloj y que le voy a comprar otro! Esta vez no tenía el de siempre, pero es el mismo, solo que un poco mas pequeño y he de decir que un poco mas bonito. Me dijo que esta vez me iba a tener suerte con este reloj. Joder, eso espero! Por lo menos que llegue a casa!!
Después de unos días sin remar, cuando comenzamos a remar, nuestros músculos notaron esa jornada de relax. Costó mas de lo habitual calentarlos y que desaparecieran unas pequeñas molestias en los hombros. Pero al cabo de tres horas, todo está estupendamente, estupendamente jodido, pero acostumbrado.
A pesar de el relax, hicimos bastantes kilómetros, posiblemente por el viento que nos acompañaba de cola. De modo que decidimos parar en un sitio bastante chulo y que parecía tener una zona de hierba. Esto era fundamental para esta noche, ya que debido al fuerte viento, necesitábamos una zona mas dura donde clavar las clavijas de la tienda, ya que en la arena no se clavan y el viento nos lleva la parte de arriba de la tienda o sino hace un ruido muy molesto la lona con el viento, que no nos deja dormir.


Echábamos de menos cocinar y hacer fuego, pero lo que mas notábamos su falta eran esos atardeceres increíbles desde la zona de acampada junto al río. Esta vez, la tarde no nos defraudó y nuevamente cocinamos bajo un precioso fondo anaranjado.


Estamos yendo a la capital de Camboya, Phnom Penh. Calculamos que en unos 6 días llegaríamos. No compramos comida para tantos días, ya que en mitad de camino, llegaríamos a Kompong Cham, pueblo turístico, donde podríamos comprar mas víveres.
La llegada o proximidad de este pueblo, nos la iba a anticipar el divisar un nuevo puente. Puente que tanta ilusión sabíamos que nos iba a hacer el divisarlo. La noche anterior, dormimos muy cerca de este pueblo. Parece ser que este viento, a pesar d eser un incordio, tener que remar con un oleaje constante, que se asemeja a un día de marejadilla en el mar, nos está ayudando. De modo que sobre las 9:00, divisamos el tan ansiado puente, acompañada por una sonrisa de oreja a oreja en nuestros rostros!


Aquí, aprovechamos para comer un poco, rellenar el bidón de agua, que por cierto, tuvimos que comprar uno nuevo, pues el que compramos en China, nos lo dejamos en el bote que nos sacó de Don Det y concluimos las tareas comprando las provisiones necesarias.
Entre pitos y flautas, nos metimos al agua sobre las 12:30, de modo que al de unas 3 horas de paleo, comenzamos a buscar un buen sitio de acampada, nuevamente, a poder ser con hierba, ya que el viento seguía sin parar. Cerca de el embarcadero, donde llega el transbordador que une una orilla con la otra, vimos una zona elevada donde parecía haber un poco de hierba.


Efectivamente, un poco mas adelante del embarcadero, encontramos una zona propicia. En cuanto atracamos, unos niños, que vieron nuestra llegada, sigilosamente se acercaba curiosos, para fisgar y contemplar a aquello extraños. En cuanto les mirábamos, se alejaban asustadizos entre sonrisas. Poco a poco fui ganándome su confianza, sacándoles fotos y tratando de que se acercaran para verlas. Al final terminamos echando una risas y jugando un poco con ellos.


Los niños, no fueron los únicos en venir a fisgonear. En cuanto medio pueblo se enteró de que allí había unos “Falang” (hombre blanco), no dudaron en venir todos y cada uno de sus habitantes a ver cómo el maestro chef Martino, preparaba la cena.


Un ratito el temita de la compañía y diecisiete personas mirándote, hace gracia, pero al cabo de dos horas como que necesitas un poco de intimidad. Ahora ya sabemos lo que hay que hacer para que la gente se marche sin tener que ofenderles pidiéndoles que se piren. En cuanto me quité el traje de baño y me quedé en cueros para ponerme el pantalón largo, como por arte de magia, todos se piraron!! De modo que su pudor, va a ser nuestra mejor arma para cuando queramos tranquilidad, enseñar un poco el culo y desaparece todo cristo.
Nuevamente magnífico atardecer!!!


Este viento incesante, a pesar de ayudarnos a hacer mas kilómetros de los que esperamos, nos está matando. La marejada constante que genera este viento, hace que estemos continuamente corrigiendo la dirección de la piragua, debido a las olas que este genera. Además el viento cambia constantemente y nosotros también, cada vez que tomamos alguna curva, de modo que para cuando le hemos pillado el tranquillo a esa dirección del oleaje, nuevamente se nos cambia. Esto hace que estemos continuamente cargando un solo brazo, pues generalmente el viento nos viene de costado y terminemos con molestias de hombro y brazo.
El viento además parece que nos fatigue mas, porque últimamente, cada vez que hacemos una de nuestras paradas estratégicas, nos quedamos un ratito mas de lo normal descansando e incluso echando una fugaz siesta. También el echo de sentir que estamos bastante cerca de la desembocadura, cerca del final de esta etapa y experiencia en nuestras vidas, creo que nos hace estar mentalmente fatigados. Como digo siempre y así me sucede, cuando estás cerca del final de algo, esa última recta final, se te hace mas dura. Y mas aún ahora, en estas fechas tan señaladas, que por primera vez voy a pasarlas alejado de la familia, se me está haciendo particularmente duro.


Entre que siempre que paramos, lo hacemos en la orilla de alguna playa y que últimamente el oleaje es persistente, cuando le tomo una foto a Martino embarcando, parece que estemos de paseo dominguero en el mar por las playas de Barbate.


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