sábado, 25 de diciembre de 2010

50 El barco de Popeye


Salimos de Phnom Penh un poco tarde, pues Martino, la noche anterior, no se encontraba nada bien y decidí no poner el despertador. Cuando se levantó, se encontraba muy bien, con lo que comenzamos a preparar todo para continuar con el piragueo. Teníamos el visado de Vietnam, con lo que ya nada nos impedía llegar al mar, o por lo menos, eso pensábamos nosotros.
Calculamos que en dos días llegaríamos a la frontera entre Camboya y Vietnam. Esta vez, no íbamos a tener mayor complicación en la aduana, ya que esta se encuentra en el propio río y además, tenía guardado el punto en el GPS.
En cuanto nos pusimos a remar, un fuerte viento nos azotaba de cara, levantando unas olas de, a veces, mas de medio metro. A parte de la incomodidad de estar constantemente corrigiendo el rumbo de la piragua, mojarte en cada remada por la salpicadura del viento y notar que no avanzas prácticamente nada, súmale el estar parando cada hora para vaciar la piragua, de todo el agua que el oleaje nos mete dentro.
De modo que el nuevo comienzo, tras 3 días de relax en la capital, no fue todo lo propicio que hubiéramos deseado. El paisaje, como ya viene siendo habitual, desde que entramos en Camboya, no nos aporta nada especial. Tan solo, grandes rectas que parecen no acabar y llanura increíble a ambos lados del río, sin montañas, ni árboles, ni nada mas atractivo que alguna vaca pastando y algún arrozal.
De vez en cuando, me paro a contemplar a algún pescador mientras recoge las redes, para ver si ha tenido éxito en su arte. A veces, si tengo suerte o he esperado lo suficiente, puedo ver cómo lanzan la red. Tan sólo una vez he tenido la cámara a mano y la fortuna me acompañó, pues la única instantánea que pude tomar del momento, refleja bastante bien la destreza con la que manejan la red y el equilibrio que han de tener.


Los dos días que tuvimos que acampar antes de llegar a la frontera, lo hicimos en una isla. Por esta zona las playas, no son tan comunes como hasta ahora, de modo que el mejor sitio para acampar, son las islas. El primer motivo se debe a que estas islas están deshabitadas. Esto nos asegura, no tener mas visitas policiales o gente curiosa, que al final termina siendo un poco molesta y que posiblemente, sean los que avisen a la policía. De modo que en las islas, este inconveniente lo reducimos bastante. Y el otro motivo, es debido a que la mayoría de estas islas son zonas de cultivo. Esto quiere decir, que por el día trabajan aquí y para comer suelen hacer fuego, con lo que, es bastante fácil conseguir algo de leña acumulada por la zona para hacer fuego.
El único inconveniente, es que la única zona sin cultivar y donde podemos poner la tienda, es una estrecha franja antes de llegar al río. Esto supone, a veces no tener el hueco suficiente como para poner la tienda y una humedad extrema por estar a orillas del río. Esto hace que a la mañana siguiente, la tienda esté completamente empapada y que me cueste un montón encender de nuevo el fuego, ya que la leña está mojada.
El segundo día, llegamos a Neak Luong a la hora perfecta, la hora de comer. Con lo que como siempre que encontramos un pueblo a la hora de comer, paramos para repostar un poco de arroz, fruta y comprar algunos víveres para llevar con nosotros.
A escasos 30Km de este pueblo, se encontraba la frontera, con lo que sabiendo que al día siguiente iba a ser factible llegar a ella pronto, nos lo tomamos con calma en este pueblo. Nos bajamos en el embarcadero principal, donde llegan los ferrys, que pasan a la gente y vehículos de una orilla a la otra del río, pues el pueblo se encuentra dividido por él. Menudo exitazo nuestra llegada. Medio pueblo vino hasta allí para vernos e incluso tuvimos aparca kayaks particular! Unos niños que se encontraban bañándose y jugando en el río, nos remolcaron hasta la orilla, siendo la envidia del medio pueblo expectante, apoyados en la valla que impide que la gente pase a esta zona del embarcadero y queriendo ser aquellos niños para poder fisgonear y toquetearlo todo.


Sobre las 11:00 del medio día, llegamos al puesto fronterizo de Camboya, donde desembarcamos a lado de un barco lleno de guiris que llegaban en un bote con el logotipo de DELTAADVENTURE!!(jaja pedazo aventura), ante la incrédula mirada de los turistas.
Una vez sellada la salida del país, gastamos los últimos Reals (moneda de Camboya) en un puesto de detrás de la frontera, unos plátanos y unas galletas de azúcar y cacahuetes, que entraron de miedo.
Un kilómetro mas adelante, llegamos al puesto fronterizo de Vietnam, una casa flotando sobre el río, nuevamente ante un incrédulo escrutinio del turisteo que se encontraba esperando al bote para ser llevados a la frontera camboyana. Sorprendentemente, no tardamos ni 5 minutos en salir de allí. Fue todo rapidísimo, entrar, sellar pasaporte y montarnos de nuevo en las piraguas, viendo cómo los guiris se quedaban flipados (por que a saber cuanto llevarían allí esperando).


Increíble el cambio tan drástico que se aprecia nada mas entrar en Vietnam. Hasta ahora habíamos estado viendo algún barco que extrae arena del fondo y multitud de pescadores con sus botes. Bueno, pues ahora es todo lo contrario. Tan solo vemos unas estructuras enormes cargadas con grúas que sacan arena del fondo y las depositan en enormes barcos y de vez en cuando, vemos algún pescador. Y el tránsito de barcos y cargueros es impresionante, por no mencionar, el desagradable sonido de los motores, tanto de los barcos, como de las grúas, cargueros,…
Incluso a orillas del río, antes veíamos verde y algún asentamiento o mas a menudo pueblos como en la parte camboyana. Pero aquí, toda la costa está completamente minada de casas, chabolas, fábricas e infinidad de antenas y parabólicas. De echo incluso el color del ambiente es de un continuo gris plomizo, pero no de nieve sino de industria (no quiero decir con esto que sea una zona industrial, solo la sensación que da).


Con este panorama, nos esperábamos lo peor a la hora de acampar. Iba a ser un tanto complicado, encontrar una zona algo despoblada o por lo menos un hueco de tierra donde poner la tienda. Pero parece ser, que algo de corriente debíamos de tener a favor, ya que para las 14:30, ya estábamos en Tan Chau, pueblo donde ya me había alojado con Eneko cuando subíamos en bici. De modo que le comenté  a Martino, la posibilidad de dormir en el hotel donde dormimos hace 5 meses, que estaba a orillas del río y encima, con wifi. La opción de cama, siempre es bien recibida, con lo que traté de localizar desde el río el hotel.
Al de un rato, por fin lo reconozco. Era el hotel perfecto, ya que está a tan solo 10 metros de la orilla del río. No estamos acostumbrados a pagar tanto, 5 dólares cada uno, pero aceptamos el precio. Tras una duchita y limpieza de ropa, nos fuimos a cambiar dinero y a cenar algo.
Para nuestra sorpresa, cuando volvíamos de cenar, ya de noche, Martino dice para echar un vistazo a las piraguas. Menos mal que se le ocurrió, porque en cuanto nos asomamos a la rampa, vimos a unos 12 niños saltando y subidos en las piraguas!! Para colmo, el nivel del agua había bajado y se encontraban asentadas sobre pequeños guijarros! Menuda mala ostia que se me puso, pensando que posiblemente, ya estuvieran pinchadas. Les grité a los chavales, quienes salieron escopetados de la zona.
Por suerte, estaban perfectamente, aunque mi asiento delantero, sacado de su sitio y el gorro, Patricio y algunas cosas mas, desperdigadas por la piragua. El tipo del hotel nos dijo que sería mejor si llevábamos las piraguas al hall del hotel. Dicho y hecho, sacar el bidón de 20L y la bolsa de la comida y llevarlo todo al hotel, que menos mal que se encontraba ahí alado, porque sino…
A la mañana siguiente salimos de aquel lugar, que en un primer momento, ya nos había dado un poco de mala espina. Como si de un teatro al aire libre se tratara, pues en lo alto de la rampa estaba de nuevo medio pueblo observando todo nuestro proceso de acercamiento y montaje de piraguas, salimos de aquel lugar, rumbo a la desembocadura.


Increíble, que a unos 200Km antes de la desembocadura, se note el efecto de la marea! Esta vez cuando pusimos las piraguas en el agua, el nivel estaba mucho mas alto que cuando las sacamos la noche anterior, de modo que no era que el nivel hubiera bajado por un descenso del caudal del río, sino por el efecto del mar!!
De modo que ahora había que calcular las mejores horas de paleo, para no remar cuando la mera subiera, pues tendríamos la corriente en contra. Entre que el paisaje no es muy bonito, por la densidad poblacional, hay mucho tráfico naval, el agua está muy calmada e incluso con corriente en contra y que encima se ve muy próximo el final, me está costando bastante esta última parte.
Por lo menos al final del día, tuvimos algo diferente. Paramos a comer el último bocata antes de las 2 últimas horas de paleo, en un lugar de plantaciones hortícolas y donde se encontraban unos trabajadores construyendo un barco. Observé, que en la zona donde se ponen para comer, tenían un bidón grande de agua. Me fui para allí para pedir que me rellenaran la botella. Los tipos majísimos, nos ofrecieron agua con hielos, nos rellenaron las botellas e incluso nos dieron una especie de macedonia de frutas con alubias dulces y hielo, que entró que te cagas!


Con el estómago bien lleno, comenzamos a remar y por suerte con corriente a favor, ya que la marea estaba bajando! Preocupados por encontrar un sitio decente donde poder acampar, llegamos a otra zona de cultivos. Paramos para inspeccionar la zona, por si podría haber un hueco donde poner la tienda, ya que era uno de los pocos sitios despoblados que habíamos visto desde hacía rato. Comprobamos, que un poco mas arriba de donde habíamos atracado, había un sitio muy bueno donde poner la tienda, llano, con hierba y abundante leña seca por la zona.
Una vez remontado un poco el río, hasta la zona de acampada, nos pusimos a sacar las cosas de la piragua y a montar las tiendas. Como siempre, desde hace ya varias semanas, la gente de la zona viene a observarnos. Pero curiosamente, estos fueron muy prudentes, un ratito de observación, unas verduras de obsequio y se marcharon. Agradecimos mucho esta prudencia, porque al final ,nos incomoda un poco que se tiren 3 horas mirándonos. Un poco mas tarde, llegó un grupo de estudiantes, solo una de ellas sabía hablar inglés y bastante bien para lo que estamos acostumbrados. También muy correctamente, preguntaron por nuestra procedencia y alguna cuestión mas y se marcharon al rato.
Cuando ya terminamos de cenar y limpiar los cacharros, justo en el momento de meternos en la tienda, un farol intenso nos iluminó. Eran las estudiantes, que nos traían un poco de fruta y unos dulces a modo de obsequio. Estábamos cansaditos y cenados, pero nos hizo mucha ilusión el detalle. Con lo que empezamos a comernos la fruta como postre y a contestar las preguntas que nos hacían. Echaron mas leña al fuego e hicimos un corro alrededor de el.
Al de un rato estaríamos como unas 20 personas alrededor del fuego, niños la mayoría, pero también algún adulto y la abuela. Largo rato nos tiramos con aquella gente y la verdad es que fue un momento muy bonito, sin entendernos mucho, pero lo justo y disfrutando de la noche a la luz del fuego y con el susurro del río de fondo. Este entrañable momento lo tendremos bastante presente durante largo tiempo, no sabría decir el porqué, pero fue un momento un tanto mágico.
Al de un rato prudente, también decidieron al unísono dejarnos ir a dormir y con una muy buena sensación nos fuimos al duro suelo para descansar lo máximo posible y afrontar al día siguiente una nueva jornada de paleo.
A la mañana, antes de que nos metiéramos al agua, vinieron casi todos a despedirse. El padre de familia, me pidió dar una vuelta con la piragua. Fue muy gracioso ver lo bien que se manejaba con ella y mas aún, ver la cara de felicidad y lo emocionado que estaba por andar con aquel peculiar bote.


Una bonita despedida de aquella agradable gente, iluminada por los primeros rayos del alba, nos auguraba un curioso día.


Una bruma espesísima hizo que nos mantuviéramos muy cerca el uno del otro, ya que no se veía nada a mas de 10m. Estábamos un tanto alerta, ya que la densidad de barcos que transitan por esta agua, podría hacernos pasar un mal rato si alguno de estos no nos viera con suficiente antelación.
Sobre las 11:00, comenzó a levantarse la niebla. Tras dar una curva de izquierdas, ante nosotros se presentaba una recta inmensa, donde el río se ensanchaba en unas dimensiones considerables y con una gran multitud de cargueros navegando, casi todos ellos en nuestra dirección. También había numerosas plataformas flotantes, donde se encuentran estas grúas extrayendo arena del fondo y cargándola en los barcos.
Martino me comentó algo en italiano, no le salía la palabra en Inglés, pero al final le entendí, que iba a ser la primera vez que adelantaríamos a un  barco. Se había fijado en carguero de arena que iba delante nuestro y decía que nosotros íbamos un poco mas rápidos y que lo adelantaríamos. En fin, cada uno distrae la mente con sus cosas y este italiano es muy dado a estas cosas, como por ejemplo, he contado las paladas que me llevas de ventaja, nos quedan no se cuantas paladas para llegar a destino, y muchas mas que no me acuerdo. El caso es que comenzamos a remar un poco mas fuerte, para tratar de efectivamente, adelantar al carguero.
Al final por la tontería de adelantarlo, nos estábamos reventando y todavía nos quedaban otras 4 horas y media para acabar el día. El caso es que, sí que íbamos a adelantarlo, pero de la petada que teníamos, decidimos descansar un rato agarrándonos al barco. Se estaba tan bien allí, que atamos las piraguas al barco para no tener que andar sujetándonos con las manos. Hacía un sol de espanto, pero justo donde nos agarramos, era la zona de sombra, con lo que sin tener que remar, a la sombra y con un poco de brisita por el avance, estábamos como unos majarajas!!


De lo bien que se estaba nos bajamos de las piraguas y nos sentamos en la arena que cargaba el barco. Bueno mejor dicho, la arena estaba en una especie de contenedor, el cual era empujado por el barco. De modo que teníamos una playa artificial donde poder tomarnos el bocata. Y encima, esta vez, aún estando parados tomando el tentempié, estábamos avanzando!!
El barco era precioso, pequeñito, de madera y con un toque de colorido. Me daba la sensación de estar en el barco de Popeye, yendo a rescatar a Olivia, quien se encontraba secuestrada por el malvado Brutus!


Se estaba tan a gustito en ese barco, con una tripulación de 5 personas encantadoras, la playita artificial y una calma acuática e incluso con corriente en contra, porque empezó a subir la marea, que decidimos quedarnos en el barco un rato mas.
Al final, el rato, terminó siendo un gran rato. Nos echamos hasta siesta y todo. Con el ronroneo de los motores, la arenita, el solcito, una ligera brisa, un lento avance y el cansancio acumulado, caímos rendidos en un profundo sueño. El paisaje tampoco era nada bonito, al contrario, era horroroso, con lo que decidimos quedarnos hasta la cena y aprovechar esa improvisada playita para cocinar con el gas.
Una vez terminado de cenar y con la oscuridad de la noche, no veíamos si en la orilla habría algún sitio propicio para acampar. Sin ninguna gana de ponernos a remar a oscuras, tener que buscar algún lugar, posiblemente tener que dormir a malas en zona húmeda y sintiéndonos súper a gusto en aquel barco de dibujo y con agradable tripulación, pedimos permiso para subir a la proa para dormir. Se dirigían a Ho Chi Minh, con lo que deberían pasar por Mitho, pueblo donde comenzamos a pedalear hace 5 meses. No nos pusieron pegas y les dijimos que nos apearíamos en Mitho.
Muy bonita noche la que pasamos en aquel barco, en la proa, con una tenue luz anaranjada, procedente de los focos señalizadores del barco y sentados en un banquito que tenían en el morro, donde el ligero correr del aire acariciaba nuestros rostros.


Al de unas horas teníamos bastante fresco, con lo que nos pusimos los sacos, pero la incomodidad del lugar hacía que ya no nos pareciera tan graciosa la historia. Pero por lo menos estábamos avanzando, a un ritmo sorprendentemente lento y en definitiva, fue una noche muy bonita.


Buenas noches Popeye!! Y gracias por este agradable paseo.

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