Todo comenzó con un camión cruzado en medio de una curva embarrada de la primera cuesta nada mas salir de Lancang.
El camión comenzó a generar una cola considerable en ambos sentidos de la cuesta. Nosotros con nuestras bicis pudimos sortear dicho bloqueo por un pequeño hueco. A duras penas podíamos subir, porque la carretera era un barrizal, que junto con nuestras cubiertas, que eran para asfalto, comenzaban a patinar y dificultaban el ascenso.
Justo encima de la carretera estaban haciendo obras y los movimientos de tierras junto con las lluvias, hacían que todo cayera a la carretera por la que ciclábamos. Como pensábamos que aquello duraría unos kilómetros, lo que duraran las obras, seguimos para adelante.
En el momento de parar para tomar la foto, un motorista parecía estar advirtiéndonos de que la carretera no estaría en muy buenas condiciones como para andar por ella mas adelante. Nosotros llenos de fuerzas y orgullo, hicimos caso omiso y continuamos el ascenso.
Al cabo de un rato ya no había carretera sino pista de barro, charcos, piedras y baches. La antigua carretera ya se había empalmado con la carretera en obras y tras un buen ascenso el fresco y la espesa niebla nos acompañaron junto con la maquinaria y operarios.
En China, la gente no tiende a saludar tanto como en los anteriores países por los que hemos ciclado, pero casualmente por este tramo, los operarios y camioneros, nos saludaban bastante efusivamente. Lo cual hemos de reconocer, nos animaba bastante y como siempre no quitábamos nuestras sonrisas de la cara (sonrisas de ingenuos).
Al cabo de un par de horas, cuando terminamos de ascender, la niebla se disipó y nuestros ánimos aumentaron. Pero el comienzo de la empozada comenzó a aflorar. La pista ya no era tal, sino un completo barrizal, que había que pasar por las rodadas que los camiones nos iban dejando tras su paso.
Parece mentira, pero por esta carretera circulaban mogollón de vehículos: la mayoría camiones, todo terrenos y motos con 3 o incluso 4 personas, pero sorprendentemente también pasaban como una especie de furgonetas pequeñas que hacían la función de taxi. En varias ocasiones tuvimos que esperar a que terminaran de despejar la carretera para poder pasar, lo cual ralentizaba nuestra marcha.
Lo que nosotros pensábamos que iban a ser unas obras normales de algún kilómetro que otro, se estaba alargando algo mas de lo previsto. Al de 30Km llegamos a un pueblo, donde pensamos definitivamente acabarían las obras. Aprovechamos en este pueblo para repostar agua y comer unas galletas, para continuar la marcha, muy a nuestro pesar por tramo de mas obras!
Gracias a nuestras bicis, pudimos sortear otro alto en el camino por un huequecito en uno de los bloqueos para despejar la carretera.
De vez en cuando, la maquinaria y la carretera nos daban tregua y se ponía un poco mejor, lo cual nos daba ánimos para continuar.
Pero pronto se acaba lo bueno y el tramo te sorprende con otra dificultad, pero gracias a los ánimos de los operarios no perdíamos la esperanza y la fuerza para continuar.
Ciertamente, nosotros no éramos los únicos empozados, había algún que otro camionero con serios apuros y pocas esperanzas de una pronta solución.
Hasta el momento, nos lo estábamos tomando bastante bien y a pesar de las circunstancias, sin mayores complicaciones. Pero fue pasar este camión empozado y comenzó el auténtico calvario de barro y espeso lodo.
Aquí la cantidad de barro era tal, que incluso cuesta abajo teníamos que dar pedales fuertemente y en catalina pequeña para poder avanzar. Además había que calcular bien la entrada por la rodada de los camiones porque sino te quedarías atrapado. Muchas veces la derrapada era inevitable e incluso había que poner pie en el suelo, perdón, en el barro. El barro que podíamos llevar encima las bicis y nosotros era increíble. Las Croks que llevamos para pedalear, se nos quedaban pegadas y por dentro una cantidad abismal de barro. Las bicis ya ni frenaban, los cambios no funcionaban bien y la bici en general hacía un ruido chirriante en cada pedalada. Las pobres la verdad es que se portaron muy bien.
Eneko, en uno de los sorteos de barro, tuvo que poner el pie en el suelo y al sacar la pierna del barro, le desapareció la chancleta. Tras hurgar un poco y con un buen golpe de suerte, la recuperamos, no sabemos todavía como, porque estaba a un metro mas adelante y boca abajo mimetizándose con el barro. En la foto se ve la chancla, premio a quien la encuentre!
En una de las paradas para esperar a que despejaran la “carretera”, coincidimos con una familia que iban en una moto. Sorprendentemente iban cuatro en una moto y bajando por este terreno. Aprovechamos la parada para tomar unos cacahuetes y sacarles alguna foto, pues parecían de alguna tribu de la zona.
En un pueblecillo, sobre las 15:30, paramos para comer un poquito de arroz con patatas y unos refrescos. Aquí nos informaron, que todavía quedaban 40Km hasta donde queríamos llegar. Duro golpe psicológico, pues el camino no parecía que fuera a mejorar y 15Km eran de subida. Por suerte había una manguera, que utilizamos para limpiar las maltratadas bicis.
A partir de este momento y viendo que la cosa no mejoraba nada, el barro seguía siendo insoportable (la limpieza no sirvió de mucho) e incluso peor, nos planteamos seriamente la retirada. Pero la retirada a esas horas de la tarde y estando tan lejos del pueblo de partida no era cosa fácil. Continuamos para darnos cuenta que habíamos hecho 2Km en vano, pues debíamos haber cogido una desviación. Aquello fue otro gran duro golpe psicológico ya que justo ese tramo había sido especialmente complicado.
Cuando tomamos la desviación correcta el golpe psicológico, fue aún peor ya que tocaba subir. Hasta ahora, todo el tramo de embarrada extrema nos había tocado en bajada, pero ahora en subida, era imposible pedalear, con lo que hubo que bajarse de la bici y empujar a duras penas avanzando y resbalándonos sobre el lodo.
A pocos kilómetros, el tramo de lodo terminó, pues la carretera en obras continuaba por abajo y nosotros continuamos subiendo. Por fin aquel calvario parecía haber llegado a su fin. Ahora nos tocaba ciclar por una carretera tipo Osmosno road, que la cogimos con un placer y alegría extrema, aunque siempre con la incertidumbre de cuando nos tocaría de nuevo pillar barro.
Durante 15Km no paramos de subir sin parar, ya que en poco tiempo anochecería. Tan solo rellenar botellines y sacar alguna foto a las increíbles vistas, hasta llegar al pueblo que se encontraba a 1870m de altura.
Nos costó bastante encontrar alojamiento en el pueblo. A demás no era el pueblo al que teníamos pensado llegar, pero aún quedaban unos 30Km y después de la paliza del día y que estaba anocheciendo, decidimos quedarnos en este pueblo, Fuyon. Aquí cenamos estupendamente y dormimos aún mejor.
A la mañana siguiente amanecimos lloviendo y con ninguna gana de pedalear. Nos planteamos hacer solo los 30Km hasta el pueblo siguiente, con lo que apagamos el despertador. Después de desayunar unos noodels, preguntamos el estado de la carretera al del alojamiento. Nos dijo que estaba fatal, no sólo hasta el siguiente pueblo sino que hasta el que teníamos pensado llegar, a unos 120Km, ya que las obras seguían.
En un sitio donde la gente se montaba en una especie de camión pequeño para ir a Lancang, de donde veníamos, preguntamos a ver si podríamos ir en camión al pueblo al que queríamos llegar, donde la carretera se pondría mejor. Nos decían que no habían transportes en aquella dirección. Esto ya nos hizo sospechar del estado en que podría estar la carretera y además seguía lloviendo sin parar. Un tipo nos dijo que nos llevaba por 300 Yuan con su tractor, pero al pueblo de abajo, al de tan solo 30Km. Esto supondrían unos 40 euros, que a parte de ser súper caro, tan solo teníamos 650 Yuan y sin posibilidades de sacar dinero en esos pueblos.
La mejor opción era retroceder e ir a Lancang, de donde veníamos, para volver a deshacer las 2 etapas anteriores y plantear nueva ruta. Descartada la opción de volver en bici, pues las cuestas que bajamos de barro, serían imposibles de subir y empujando tardaríamos una eternidad. Nos costó lo nuestro saber cómo podríamos regresar en vehículo al pueblo, pero por fin parece ser que al día siguiente, mañana, saldrá uno a las 7:00 de la mañana.
De modo que desmontar las alforjas y volver a la habitación para pasar este día lluvioso en este pueblo incomunicado, comer, escribir, jugar a cartas y pensar en qué vehiculo nos podrá llevar mañana y cuanto tardaremos en hacer la kilometrada que nos espera por esa carretera de la muerte.
Añadir que no sabemos si en Lancang podremos sacar dinero y si el poco que tenemos nos llegará hasta encontrar un China bank, que es el único que nos deja sacar pasta, y que solo se encuentra en las ciudades. Esperemos que nos llegue hasta Simao, que está a 2 días de pedaleo desde Lancang, si es que aquí no hemos podido sacar dinero.
El echo de retroceder lo andado es un duro golpe para nuestras cabezas, pero esta carretera ha podido con nosotros. China 1-0 Nock de Blotas.
Resumen de Empozada II: 2 puertos, 60Km de obras, barro, mas barro, demasiado barro, Osmosno road, 11h pedaleando y vistas las previsiones media vuelta.
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