lunes, 27 de septiembre de 2010
19 Empozada III
El marcador ha cambiado. Al día siguiente y tras batir nuevo record de madrugar, 6:00 arriba, el vehículo (porque no sabemos que es lo que nos trasportaría) de las 7:00, no aparecía. Después de una llamada del chino del alojamiento, nos comunicó para nuestra gran desgracia y desmotivación, que no vendría. Así que, como no tomamos vehículo y nos tocaba pedalear, el resultado sigue a cero. China 0-0 Nock de Blotas.
Cogimos al toro por los cuernos, es decir, las bicis por los cuernos y para abajo. Bajar parece muy divertido, pero cuando hace frío, te toca carretera Osmosno, no tienes frenos en condiciones (a pesar de haber cambiado las zapatas de atrás el día anterior) y sabes la empozada que te espera por delante, creednos, jode un huevo!
Con forro polar y chubasquero, tiramos para abajo. Sorprendentemente, no había ningún vehículo circulando, ni camiones, que anteriormente no paraban de transitar. En mitad de la bajada, nos encontramos con un camión parado. Preguntamos al conductor si podríamos meter las bicis atrás y que nos llevara un tramo. Con señas nos comunicó que la carretera estaba cortada mas adelante. Aquí fue cuando comprendimos porqué no se veían vehículos y porqué no vino nuestro transporte de las 7:00.
Esto nos planteó un problema: si la carretera estaba cortada, posiblemente no podríamos pasar y tendríamos que dar la vuelta y subir de nuevo el cuestón, para alojarnos en el único sitio que había en esta zona. O por el contrario, seguir, esperar que la carretera se despejara cuanto antes y si no se abría o lo hacía muy tarde, echar mano de la tienda, pero con el riesgo de las lluvias y consiguientes corrimientos de tierras, no era muy buena opción lo de acampar.
Guiados por la gravedad (no del asunto, sino la fuerza que hace que las manzanas se caigan de los árboles) y no por la inteligencia, tiramos para abajo. Al cabo de un rato de bajada y tras pasar varios kilómetros de barro, llegamos al primer pueblecito para desayunar. Eso si, sin frenos, a pesar de ser recién estrenados, es lo que tiene el barro, que se los come.
Desayunamos, bastante bien por cierto, aunque tardaron bastante en servirnos, ya que tuvimos que insistir por segunda vez, que queríamos comer algo. La espera nos la “amenizaron” unos camioneros que estaban haciendo un alto. Les comentamos a ver si nos podían llevar, pero nos dijeron que bajar si se podía, pero que subir ni de palo. Solo motos y todo terrenos eran capaces de pasar. Segundo golpe psicológico, pero no quedaba otra que montar en las bicis y tirar para adelante con un par.
Al de pocos kilómetros de subida embarradísima, llegamos al punto donde la carretera estaba cortada. Un increíble corrimiento de tierras, había hecho que la pista se hundiera y desapareciera talud abajo. Allí se encontraba una escavadora tirando tierra desde arriba y otra abajo con nosotros, moviendo y reconstruyendo la pista. Un camión estaba esperando y le suplicamos al conductor que nos llevara, pero su negativa fue rotunda. Comentamos la jugada al de la escavadora para que nos pusiera las bicis en la pala y que nos subiera. Sorprendentemente y para nuestra alegría afirmó.
Cuando terminó de adecentar la pista, pusimos las bicis en la pala y nos subimos a la escavadora. Pero desgraciadamente, tan solo nos pasó el tramo recién arreglado, que verdaderamente sin su ayuda nos hubiera sido imposible. Total, que de nuevo seguíamos en la empozada y tras el duro varapalo psicológico de avanzar 100m cuando pensábamos que nos subiría hasta arriba.
A partir de aquí, es cuando la cosa se complicaba mucho mas. La tierra desprendida y acumulada sobre la pista y la pendiente, hacían imposible el pedaleo. A demás los bloques enormes de masa de barro que se nos depositaban sobre los frenos y la bici en general, hacían que las ruedas no giraran, y cuando lo hacían era para patinar, pues las cubiertas que llevábamos no eran para este tipo de terreno. Bueno realmente, no existen cubiertas para este tipo de terreno.
En este tramo, se pedaleaba hasta que ya no se podía mas y el resto empujando a duras penas la bici, ya que si no te resbalabas, se te quedaba la zapatilla o crock en el barro. Después de cinco kilómetros subiendo como podíamos, Mantu paró junto a una pick up que se conoce había sufrido un calentón. Haciéndose el interesado se paró (cuando realmente estaba ya que no podía mas) para ver que pasaba. Cuando terminaron de echar agua y tras unos gestos de reventado, les hizo un gesto de subir la bici atrás y que le llevaran. Sorprendentemente asintieron! Eneko, que estaba mas abajo, cuando vio que estaban subiendo la bici al todo terreno, metió el turbo y en cero coma, allí se presentó con una cara de alegría sobrenatural.
Por fin, un golpe de suerte!
Realmente, se iba incómodo de narices, agarrándote con una mano a la barra del coche y con la otra la bici para que no se fuera para abajo. Tuvimos que parar el todo terreno dos veces, porque en una ocasión a Mantu se le estaba cayendo la alforja del manillar y a Eneko se le cayó la mochila de la parrilla al suelo.
Lamentablemente, a pesar de estar de suerte, esta era nuestra jornada de empozada, así que para no defraudarnos, otra gran faena. Del traqueteo del pick up por este terreno, la parrilla delantera de Mantu, nuevamente se jodió. Pero no por donde la soldadura, sino por la otra parte que todavía tenía el tornillo, que se jodió. Pero ahí no acaba la cosa, en uno de los parones, aprovechando para colocar bien la bici, Mantu se cortó con la catalina, pues cómo no, iba descalzo.
Aún así, la empozada de la que nos estaba sacando el todo terreno merecía “el precio que estábamos pagando”. Parecía que no nos quedaba tanto de subir, pero cuando llevas mas de una hora en coche subiendo, te das cuenta de la embarcada en la que hubiéramos estado metidos y es cuando la incomodidad y el cansancio de ir atrás en el pick up, desaparecen.
Solo hicimos unos 15Km en todo terreno y tardamos 1h y 15min, así que imaginaros cómo sería el camino.
Pensábamos que igual nos llevaría hasta el pueblo al que queríamos llegar, pero en el siguiente pueblo nos dejó. Pero por lo menos, nos dejó a tan solo 30Km del pueblo al que queríamos dejar y el tramo restante no sería de empozamiento tan extremo.
Donde nos dejó aprovechamos para comprar agua y un pequeño tentempié. A demás, estrenamos el botiquín. La herida del pie de Mantu, era considerable, de echo dejó un rastro majo de sangre en el pick up. Limpiar con agua y jabón, un poco de Betadine, gasas, esparadrapo y la mágica, inigualable y eficaz para cualquier uso y superficie cinta americana, para evitar que el futuro barro y sudor entraran en la herida.
También usamos las mágicas, inigualables y eficaces para cualquier uso, las Bridas! Gracias a ellas solventamos el otro problema de Mantu, la parrilla delantera. La verdad es que si que son eficaces las condenadas, quedaron muy bien sujetas las dos partes de la parrilla.
Una vez reparados Mantu y la parrilla, comenzamos la ascensión, nuevamente por barrizal, con mas parones por tramos cortados, mas barro, mas cuesta, pero por lo menos, aunque difícilmente, se podía ir encima de la bici. Comparado con el anterior tramo, pudimos solventar la subida a un ritmo mayor, lo que nos hacia ver mas cercano el fin del empozamiento.
Con un cielo despejadísimo, coronamos el fin de la subida empozada!
Todo no acababa aquí, ya que a pesar de que tocaba bajar, las obras continuaban y los frenos eran prácticamente inexistentes. Así que con mucho cuidadin, comenzamos el descenso y pronto entramos en el tramo supuestamente bueno y viendo incluso abajo en la lejanía el pueblo al que queríamos llegar. Es decir el fin del empozamiento estaba al caer!
Nuestra cara de alegría cambio por completo cuando vimos esta estampa.
Justo en la misma curva donde comenzó a la ida el gran empozamiento y donde un motero nos advirtió de que no siguiéramos, se encontraba este otro camión atrapado en el enorme barrizal.
Si esperábamos a que sacaran al camión de allí, se nos haría de noche. Con lo que tratamos de sortear el problema por un costado. Eneko, ayudado por un tipo consiguió pasar la bici sin quitar las alforjas y Mantu las quitó para poder pasar mejor. Pasamos primero la bici y al volver a por las alforjas, Mantu, que llevaba al otro lado un rato comenzó a oír unas risas. Como Eneko tardaba un poco pensó que igual se había tropezado y que por eso se reían. Al subir, vio como Eneko estaba empozadísimo. Estaba metido casi hasta la cintura en el barro y no podía sacar la pierna pues si no se le quedaba la zapatilla en el fondo, donde sería imposible recuperarla. Es complicado explicar la estampa, lástima de foto porque no tendría desperdicio.
Embarrados hasta las cejas, literalmente, continuamos el descenso donde aprovechábamos cada charco para quitarnos el barro. Espectantes por saber cual sería la siguiente empozada en la que nos meteríamos, por fin LLEGAMOS AL ASFALTO!! OH, VENERADO ASFALTO!!
Las bicis estaban echas un asco, ni cambiaban, ni frenaban, ni parecían bicis. De camino al pueblo POR ASFALTO, encontramos una gasolinera, con una gran manguera, donde dejamos las bicis peritas.
Llegamos al mismo hotel embarrados hasta las cejas y nos pegamos una ducha de competi. Mantu se limpió la herida y como no le gustaba la profundidad que tenía, le comentó a Eneko que se marchaba para el hospital que a la entrada del pueblo habíamos visto.
Ahora, gracias a Mantu, hemos conseguido varios puntos de ventaja sobre China. China 0-6 Nock de Blotas!
Resumen de Empozada III: Después de saber que no había vehículo de las 7:00, haber pedaleado 60Km de puro fango, montar en una escavadora, pillar un pick up, romper la parrilla, cortarse el pie con 6 puntos de sutura y sumergirte en barro, por fin SALIMOS DE LA EMPOZADA!!
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