lunes, 8 de noviembre de 2010

38 Playitas


Aprovechando que estábamos en zona de turisteo, a primera hora montamos todo en las piraguas y esperamos a que nos abrieran un restaurante para desayunar fuerte y sin necesidad de cocinar ni tomar avena.
Viendo los kilómetros que vamos haciendo todos los días y teniendo en cuenta que hasta ahora, siempre había ocurrido algo que provocaba no poder palear todo el día de seguido, creímos muy optimistamente, que en 4 días podríamos llegar a Luangprabang.
Es muy común entre los turistas, por esta zona, pasar a Laos por este pueblo en el que estábamos, para bajar en barco por el Mekong hasta Luangprabang, en 2 días. Se hace una parada en Pak Beng, que mas o menos, queda en la mitad de camino.
De modo que esperábamos en dos días llegar a este sitio a mitad de camino. Esto implicaba partir desde primera hora de la mañana y hacer las paradas justas hasta el comienzo del ocaso, cuando nos ponemos a buscar un buen sitio para acampar.
Otro punto a tener en cuenta, es que aquí es una hora menos, con lo que para las 17:00 ya esta anocheciendo.
Sobre las 8:15 de la mañana salimos del pueblo fronterizo por una aguas un tanto tranquilas.
Algún templo que otro nos amenizaba el lento palear.


En esta zona de aguas mas tranquilas, las playas comienzan a ser mas abundantes y mas grandes. Gracias a ellas, nos es mas fácil parar para descansar y repostar algo y a demás nos proporcionan un sitio ideal para la acampada, ya que normalmente el terreno es bastante plano y sobre todo mullidito.


A media mañana, sobre la una y media, cuando el hambre apretaba un poco, vimos una especie de poblado a orillas del río. Decidimos hacer un alto para ver si nos podían dar algo de comida. Nos costó un poco mas de lo que pensábamos llegar al pueblo, pues lo que penábamos que era el pueblo, resultó ser las cabañas del mercado, que en ese momento estaba vacío.
Cuando llegamos al poblado, entre risas de las señoras que allí se encontraban, tratamos de hacernos entender que queríamos comer algo. Nadie nos hacía mucho caso y la que nos hacía era para decirnos que no. Al de un rato, llegó un señor que sabía algo de inglés y nos hizo acompañarle. Al final vimos que lo que estaba haciendo era enseñar a todo el pueblo sus nuevos amigos, pero nada de comida.


Llegamos a una zona en la que empezaron a salir mogollón de militares. El tipo nos dijo que no podíamos estar allí, que nos fuéramos. En ese momento flipamos un poco, porque fue el tipo el que nos llevó allí. El caso es que tuvimos una sensación muy rara con aquel poblado y decidimos desistir y seguir avanzando.
En el momento de marcharnos, una fuerte lluvia comenzó a molestarnos un poco. Lo bueno de la piragua, es que la lluvia no molesta tanto como en la bici y a demás ahora ya no hace el frío que hace en el Tíbet, sino al contrario, hace calorcete.
Mientras azotaba la lluvia, Martino consiguió que un repartidor de agua embotellada le remolcara un tramo. Ante la impotencia de querer estar yo también siendo remolcado, en vez de estar paleando bajo la lluvia, lo mas que pude hacer, fue tomar una foto y seguir remando con una envidia del copón.


Cada vez vamos encontrando mas asentamientos pesqueros a orillas del río, cada cual mas bonito. Es increíble la tranquilidad que se respira en estos pequeños poblados. Normalmente viven una o dos familias y casi siempre tienen un pequeño bote amarrado a orillas del río y por lo general todos tienen una playita pequeña debajo de sus casas.
En los alrededores tienen un pequeño campo de maíz y algunos plataneros. De vez en cuando subimos a ver como son sus casas y todas comparten un pequeño huerto cerca de las casas, un pequeño manantial con una bomba de donde sacan agua y otros frutales rodeando la finca.
Es muy común encontrarse por los alrededores, generalmente por las zonas de arena, a gente haciendo agujeros con un palo y recogiendo los grillos que van saliendo, ponendolos en un macuto que llevan consigo. Cuando nos quedemos sin comida, ya sabemos como conseguir grillos, pero de momento, nos conformamos con la avena y los espaguetis.
Cuando llegaron las 16:30 de la tarde, como siempre, empezamos a fichar sitios donde acampar. Esta vez tardamos un poco mas en llegar a la zona de acampada, ya que decidimos tratar de llegar a una playita, que a lo lejos se veía muy confortable.
Efectivamente, la playa era confortable, a la par que amplia y resguardada. La tarde nos brindó con una puesta de sol espectacular, mientras terminábamos de montar las tiendas.


Parece que los dos hubiéramos planeado esto desde hace tiempo y que la marca de tiendas Ferrino, nos hubiera patrocinado, porque curiosamente, ambos tenemos la misma tienda.


A la mañana siguiente nos despertamos prontito, ya que para las 19:00, ya estamos cenados y reventados. A demás, a esas horas, es tan de noche, que parecen ser las 22:00 de la noche. El esrellato es tan intenso, que parece mentira que sea tan pronto. Las palizas que nos pegamos, también ayudan a que rápidamente nos quedemos secos. De modo que cada vez nos despertamos mas temprano, porque estamos descansados y porque tenemos que aprovechar al máximo las horas de luz. Esta vez para las 7:45, ya estábamos remando.
Sobre las 9:00 de la mañana un barco de banderas Suiza y Alemana, de madera de teca y con una pinta muy buena, nos adelantó. Este barco, no es de esos que van desde Huay Xay a Luangprbang, sino que se le veía demasiado elegante, de modo que sería uno de los que surcan casi todo el curso del Mekong, parando en los sitios mas turísticos.
La verdad es que cada vez que nos pasa uno de estos, pienso que es una bonita manera de visitar Laos. Este río tiene algo que lo hace muy especial y creo que esta gente no se arrepentirá de pagar el dineral que les saldrá este barquito, pues los entornos por los que discurre, muy difícilmente se pueden ver, si no estas dentro del río.


Se acabó lo de relajarnos en estas aguas tranquilitas!


Ya que de nuevo, el río empezaba a encañonarse, con lo que tocaba prestar atención a los remolinos. No hemos vuelto a tener sustos, pero cuando llegamos a estos tramos, extremamos las precauciones. En realidad, preferimos este tipo de entornos, porque la corriente nos ayuda a avanzar un poco mas rápido y el paisaje es mucho mas bonito y agresivo, con una vegetación mas frondosa y de montañas elevadas, acompañadas por algunas calvas rocosas que interrumpen ese verde intenso del follaje.


Tal y como lo habíamos previsto, este segundo día, sobre las 16:30, tras un final bastante duro y un día largo, llegamos a Pak Beng, el pueblo intermedio, donde los botes que van a Luangprabang, hacen su parada. De modo, que aquí podríamos tener camita y cena buena.


Un imprevisto, con el que no contábamos afloró la noche anterior, cuando terminamos de cocinar. En este momento, al chequear cuanto gas quedaba en la botella nueva que hacía unos días acabábamos de empezar, me percaté de que estaba casi vacía. Esto supone que con una botella, solo tenemos para 3 días de cena y desayuno. Sólo nos quedan dos mas, con lo que estirándola, tenemos como para 7 días. Esto puede ser un problema porque no creo que valla a ser fácil encontrar bombonas de gas por aquí. De encontrar, sería en Vientiane, la capital, que haciendo cálculos optimistas, se encuentra a unos 9 días.
El caso es que para ahorrar gas, comimos algo y nos pillamos algo para llevarnos a cenar donde acampáramos. Decidimos no quedarnos a dormir ya que justo enfrente, vimos una playita muy atractiva y así de este modo nos ahorrábamos un dinerito.
Esta noche también tuvo su encanto, ya que no estábamos acostumbrados a ver semejante cantidad de luces, características de un sitio turístico, desde hacía mucho tiempo.


La playita dejó de tener su encanto, cuando a las 4:00 de la madrugada, nos tuvimos que levantar para retirar las tiendas del viento que pegaba. Como estábamos sobre la arena, las clavijas no se clavan correctamente, con lo que a nada que sople el viento se levantan. Hacía tanto viento, que, no es que se nos volara la tienda, pero la lona de afuera se menaba tanto que el ruido, no nos dejaba dormir.
Como estábamos fuera de la tienda, los primeros rayos del sol terminaron `por levantarnos. Decidimos recoger todo y tratar de remontar un poco el río para poder pasar a la otra orilla y así desayunar en algún restaurante, sin tener que usar el gas para cocinar la avena!
Con lo que ya, a primera hora de la mañana comenzamos con un gran esfuerzo, tratando de remontar el río. Llegó un momento en el que ya no podíamos avanzar mas, de modo que al tratar de cruzar a la otra orilla, no habíamos subido lo suficiente y terminamos desembarcando un poco mas debajo de lo previsto, pero en el pueblo, que es de lo que se trataba.
Nos tomamos un pedazo desayuno, lo suficientemente grande como para no tener que comer en dos días!
Un pedazo amanecer, nos auguraba un día de espectacular sol. Y así lo fue, en todo el día no vimos ni una sola nube. Ahora somos la envidia de todo guiri que nos adelanta en el bote, al ver nuestros cuerpos y rostros dorados por el sol.
Nuevas y como siempre increíbles playitas nos ofrecen asilo para repostar algo de comida y descansar un poco nuestros maltrechos brazos.


Por aquí, no somos los únicos que encuentran encantadoras y relajantes estas pequeñas islitas, creadas por la deposición, con el paso de los años, de cantidades inmundas de arena. Tanto las vacas como los búfalos de agua, suelen retozarse en estos huecos u oasis, que se encuentran entre la exuberante vegetación y el  increíble Mekong.


Otro pequeño templo, que avisaba de su presencia asomando parte de su techado, puso la guinda a un atardecer espectacular, en una zona de aguas remansadas, en cuyas orillas se encontraban algunos pueblos pesqueros, junto con los pescadores en sus botes recogiendo las redes, antes de la caída del sol.


Otro increíble atardecer nos deleitó mientras colocábamos de nuevo las tiendas y preparábamos los noodels de arroz.


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