Nos costó lo suyo, pero por fin, llegamos a Vientiane!! De los 7 días que pensábamos que tardaríamos en llegar, la calma del agua, ha hecho que llegáramos en 12! Sobre las 11:30 de la mañana divisamos Vientiane. Era una hora perfecta, para poder hacer unas compritas y meternos de nuevo en el agua y seguir, ya que no nos íbamos a quedar a dormir ni descansar un día pues el tiempo que tenemos para estar en Laos, e incluso con la extensión de visado que solicitamos, parece ser que va a ser muy justo.
Pero todo no iba a ser tan bonito como lo creíamos. Cuando el GPS me decía que quedaban unos 6Km para llegar al punto que había marcado hacía 3 meses, donde poder desembarcar, aparece a nuestro lado un bote. Perfecto! Pensamos nosotros, que nos remolque hasta allí! Dicho y hecho, nos acercamos a él para pedirle que nos acercara hasta aquel punto. Pero al de un rato nos percatamos, de que en realidad nos estaban buscando. Un tipo con metralleta y otro uniformado nos pedían el pasaporte y nos decían que teníamos que ir a la oficina.
El caso es que nos remolcaron, pero dos kilómetros río arriba, donde se encontraba la oficina de policía. Una vez allí, nos dicen que nos bajemos y subamos las escaleras. Un tipo sin uniforme, gordo como el solo y bebiéndose un batido, nos dice que no podemos ir por el río. Se acerca otro uniformado, que no hablaba inglés y nos pide el pasaporte. Tratamos de preguntar que es lo que ocurría y el gordo sólo nos decía que no podíamos ir con el bote (como llaman ellos a las piraguas).
Tras una hora tratando que nos explicaran el motivo de no poder ir con el bote, que habíamos entrado en Laos por Huay xai y sin problemas, estado en Luangprabang y sin problemas, que veníamos de China y sin problemas,… ellos insistían en que debíamos de sacar las piraguas del agua e ir en tuc tuc o taxi o autobús, pero no por el agua.
Hartos y desesperados, bajamos a desinflar las piraguas y meterlas en las fundas, con el supuesto trajín que ello conlleva. Quita los asientos, el bidón de 20L de agua, la comida, las alforjas,… una barbaridad de peso, pero lo hicimos. Otro rato nos tiramos hasta que les convencimos de que fueran ellos los que nos pagaran el tuc tuc hasta Vientiane. Finalmente aceptaron y un tuc tuc, nos llevó junto con tres laosianos mas y con su cosecha de arroz! No pude sacar foto, pero el tuc tuc prácticamente iba haciendo caballito del peso que llevaba!
Una vez en la capital, dejamos todo el equipaje en un restaurante y nos fuimos a hacer las compras necesarias para unos 7 días. Aproveché para saludar al francés de la tienda de bicis. Charlando con el y comentándole lo sucedido antes de llegar a Vientiane, me dijo que había una reunión de altos cargos políticos de todo Asia, por la problemática de las minas anti-persona y que había mucha seguridad estos días. Me dijo, que posiblemente, lo mejor sería salir de Vientiane y meternos al agua en las afueras.
Una vez hechas las compras, decidimos meternos directamente en el río y esperar que todo fuera bien y sin problemas, para no tener que andar mas patras y palante con todo el equipo y por no pagar un dineral por un tuc tuc que nos llevara hasta las afueras.
Dicho y hecho, nos fuimos a la orilla con todos los bártulos. Después de haber hecho tres viajes, ya teníamos todo listo para zarpar. Creo que no fueron mas de 15 minutos de paleo, cuando un tipo uniformado y con ametralladora nos empieza a gritar y decir que nos acercáramos. Nuevamente nos decía que no podíamos ir en bote.
Cuando le pedí que por favor me dijera cual era el problema, nos dimos cuenta de que no sabía inglés. De modo que hizo unas señales como de aviso y en dos minutos, estábamos en la orilla, sobre nuestras piraguas y 6 tipos con ametralladoras y vestidos de camuflaje delante nuestro.
El que sabía inglés, nos dijo que no podíamos ir en piragua por el río. Nos explicó que había un mitin sobre bombas y mininas, a lo cual le contestamos que ya lo sabíamos. Le pregunté que a ver si el problema era que éramos sospechosos. A ver si creían que llevábamos minas y bombas con nosotros. Le dije que nos registraran, que éramos gente pacífica, que sólo buscábamos conocer un país de una manera diferente y a través del deporte. Le comenté que nos registraran y que si no veían nada sospechoso a ver si por favor, nos dejarían marchar.
Aceptaron el trato. A lo cual, les llevé todo lo que estaba en mi piragua. Les saqué la comida, toda la ropa, instrumentos de cocina, saco, tienda de campaña,… decían que vale, vale, pero yo seguía sacándoles todo lo que llevaba. Viendo tanto despliegue, el que parecía mas jefecillo, dijo vale, vale, os podéis marchar.
Por lo menos un golpe de “suerte” y nos dejaron marchar! Y a todo esto, Martino viendo la jugada desde su piragua, sin moverse y ni siquiera tener que sacar sus alforjas!
No salíamos de nuestro asombro! Nos consideran peligrosos en el río, pero si salíamos de él y nos íbamos en autobús, no pasaba nada. Parece ser que en Laos los terroristas terrestres tienen vía libre. Y por no decir, que sólo me registraron a mi, que Martino podría tener las alforjas petadas de explosivos.
Total, que llegamos a la conclusión de que en ese mitin, se estaban debatiendo cuestiones de seguridad y lo último en terrorismo, parecen ser las “PIRAGUAS EXPLOSIVAS!”
Con todo este trajín, ya serían las 15:00, con lo que tan sólo teníamos una hora de navegación, antes de ponernos a buscar una zona de acampada. Cuando se acercó la hora de buscar un sitio propicio, el entorno no era pero que nada propicio. A lo lejos, vimos en lo alto de la orilla, una especie de cabaña para resguardarse de la sombra, como en la que una vez dormimos, nada mas entrar en Laos.
Con los últimos rayos del sol, ya atardeciendo, montamos tan sólo la parte de mosquitera de la tienda, para protegernos de los mosquitos, ya que en ese lugar el techado nos protegería del la humedad nocturna.
Inspeccionamos un poco la zona y vimos que a unos 200m había una carretera. Salimos a esa carretera y sorprendentemente allí había un pueblo. Donde habíamos parado era un establo a las afueras, donde se encontraban unas vacas pastando los últimos rastrojos de la cosecha de arroz. Afortunadamente, esa noche, no tuvimos que hacer fuego ni cocinar, ya que nos pusimos morados a arroz en un establecimiento que se encontraba en aquella carretera. A demás pudimos aprovisionarnos de agua potable para no ir gastando del bidón.
De noche y con los frontales, llegamos a nuestra zona de acampada. Nada mas sentarnos para contemplar el estrellato antes de acostarnos, unas motos llegaron hasta allí. No era un sitio donde ir a echar un cigarro, con lo que nos esperamos lo peor. Efectivamente, se bajaron de las motos 4 tipos con una metralleta cada uno. Nos empezaron a hablar en laosiano, pero les dijimos que no entendíamos. Comenzaron a llamar por el móvil, a lo que en 5 minutos llegó otro tipo en moto.
Este sabía inglés y nos empezó a hacer las preguntas de siempre. Nos dijo que le enseñáramos los pasaportes, que era policía. El tipo vestía una camiseta de futbol, con lo que le dije que ese no era un uniforme de policía, que si quería íbamos a la comisaría, pero que a él no le enseñaba nada sino me enseñaba su identificación.
De modo que nos encaminamos hacia la comisaría, tras una media hora de diálogo. Nos llevaron en sus motos hasta lo que supuestamente era la comisaría. Llegamos a una casa, como otra cualquiera en donde dentro nos esperaba un tipo sentado en una mesa larga y con dos sillas delante suyo. Por su puesto ni en la casa había ninguna señal de policía, ni el tipo iba uniformado. De modo que les dijimos que no íbamos a entrar y que a ver donde estaba la policía.
Uno de los tipos dice, OK! Y se pira con la moto. Esperamos sentados en las escaleras de la supuesta comisaría, hasta que el tipo de la moto, aparece todo uniformado con su traje de policía. Así, sí, le dijimos y riéndose nos estrechó la mano.
Pasamos a la “comisaría”, donde les enseñamos los pasaportes. Una vez que vieron que todo estaba en regla, les comenté a ver si el problema era que nos consideraban sospechosos. Me dijo que para nada, que lo que tienen miedo es de que nos pase algo, por eso insistían en que fuéramos a algún alojamiento. Les dijimos que no teníamos el suficiente dinero como para ir a alojarnos y que era tarde, que queríamos dormir y no andar con las alforjas patrás y palante.
Nos dijeron que no había problema en quedarnos a dormir en nuestras tiendas, pero que en ese caso los 4 tipos con metralleta se quedarían con nosotros para protegernos. Les dijimos que no era necesario, que no existe ningún peligro. Pero ellos dijeron, que su deber era protegernos, de modo que si decidíamos dormir allí, tendríamos escolta durante la noche.
Curiosamente varios kilómetros atrás nos consideraban terroristas de la innovación y el desarrollo con nuestras “PIRAGUAS EXPLOSIVAS” y ahora nos ponían escolta para velar por nuestros sueños.
De modo que esa noche nos sentimos como Whitney Huston en el guardaespaldas, pero en vez de con Kevin Costner por escolta, protegidos por cuatro bigardos con ametralladoras.
Por la mañana ya no estaba la escolta. Recogimos todo y desayunamos de nuevo en este restaurante. En el mapa vimos que deberíamos de pasar el puente de la “amistad” entre Tailandia y Laos, pero nuevamente el viento y la calma del agua hizo que nos demorásemos.
Nunca nos había hecho tanta ilusión ver un puente. Este puente tal y como para ellos significa un vinculo de acercamiento entre ambos países, para nosotros también tuvo su significado, habíamos hecho los kilómetros previstos para ese día!!! Hacía tiempo que no lo conseguíamos, con lo que divisar ese puente supuso mucho para nuestro maltrecho orgullo!
Después de todo lo que hemos tenido que pasar estos días con el tema de la peña con ametralladoras, llegar a este puente y encima encontrar un sitio increíble para acampar, con bien de leña seca, arena con unas ondulaciones que flipas y un atardecer espectacular, sinceramente, nos lo merecíamos!!
Que contrastes y sombras!!
Sin nadie que nos moleste,…
ni perturbe nuestros sueños,…
… buenas noches Mekong
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