Después de haber estado de vacatas, ya tocaba empezar con nuestras amigas las bicicletas. Mantu se llevó su bici desde Sope ya que la tiene mucho cariño y además se la compró en Tailandia hace 2 años, con lo que la bici iba a estar en su medio. Eneko, sin embargo se la compró en Bangkok a última hora in extremis como le gusta a él (poniéndole nervioso a Mantu, que pensaba que al día siguiente volaríamos a Vietnam sin bici).
El caso es que llegamos a Ho Chi Minh (antigua Saigon), con todo el equipo a cuestas, que no es poco. Al preguntar cuanto salía un taxi, pues con todas las bicis, el mochilón de las alforjas,… no hay quien se meta en un bus, nos dicen que 35 $. No sabíamos a que distancia estaría el alojamiento, pero 35$ era un pastón, con lo que decidimos empezar a desembalar las bicis, montarlas con el objetivo de ir en bici hasta donde veíamos en la guía que estaba la zona de alojamientos.
Primera preparada de nuestro periplo, y en el minuto uno de llegar a Vietnam, en el aeropuerto mismo: Eneko se da cuenta que le falta la rosca de la biela delantera que une la rueda a la orquilla. Conclusión, olvídate de ir en bici!! Menos mal que Mantu no había nada mas que empezado a quitar un poco del celofán con el que había embalado su bici, por que sino la estampa hubiera sido mas graciosa de lo que fue. Allí estábamos rodeados de Vietnamitas, que veían que algo pasaba en ese cerco que habíamos creado con nuestras bicis y alforjas. Y por no decir los taxistas cómo se frotaban las manos viendo que esos dos ya no iban a salir en bici!! Nuestra cara de palo creo que no tenía desperdicio, que bajón!!
Solución (como siempre con pasta se arregla todo): negociar el precio y rendirse, 15$ fue lo mas barato que conseguimos. Al final lo que parecía un buen precio, resulto ser un infierno, en el que el tipo nos dio mil vueltas por aquel caos de ciudad y nos tuvo esperando no se sabe cuanto tiempo.
Siguiente contratiempo: Eneko, que había estado ya hacía unos 4 años, le dijo al taxista que nos llevara al mismo alojamiento en el que estuvo él y que resultaba bastante bien de precio. Por fin llegar al sitio, bajar todo el equipo del taxi y llevar todo a la guest house, cruzando la calle esquivando la infinidad de motos que puede haber en cualquier dirección y de noche. Pues sopapo en la cara, porque la habita doble nos salía 25$, de los 10$ que como mucho esperábamos pagar. Por no movernos con todo a cuestas y tras ver que era muy amplia la habita, lo cual nos venía perfecto para montar las bicis, pues desembolsar la pasta.
Duchita, ropa limpia y ale!! a dar unas vueltas por la caótica Ho Chi Minh, para buscar la tuerquecita de la biela de la rueda delantera de la bici, con la idea de salir al día siguiente a primera hora. Dimos unas cuantas vueltas y nos marearon bastante los Vietnamitas ( sabían muy poco ingles o nada), para conseguir una tuerquecita minúscula, como una pieza de reloj, que es lo máximo que se acercaron a lo que buscábamos y que no nos servia para nada. Una vez rallados y habiendo tirado la toalla por ese día, nos fuimos a cenar pues estábamos hambrientos. Por el camino conocimos a unos moteros Vietnamitas, que nos preguntaron a ver a donde íbamos. Les comentamos que buscábamos un sitio donde tuvieran la maldita tuerca ( la biela la llevábamos con nosotros como ejemplo para la medida). Los moteros dijeron que por 5$ la conseguían, nos parecía un poco caro, pero así ya nos quitábamos el problemilla de la tuerca y podríamos salir al día siguiente a primera hora. Quedamos con el motero para que viniera en media hora donde estábamos cenando, con la piececita. Y así fue, vino con la misma tuerquecita minúscula, piececita de reloj, como la que nos habían dado durante el paseito anterior. El tipo se volvió a marchar y esta vez tardó bastante más, con lo que ya pensamos que nos habíamos quedado hasta sin la biela, porque se la llevaba de muestra.
Finalmente el tipo llegó para nuestra tranquilidad, pero ya no eran los 5$ acordados, sino que el precio ascendía a 15$ porque nos trajo toda la biela con su tuerca ya que no se lo vendían por separado. Otra vez con nuestra cara de palo y por no tener al día siguiente que andar buscando y con ganas de ir a la habita para montar las bicis y distribuir el equipo en las bicis, le dimos 12$ y cerramos el trato.
Parecía que todo estaba ya, que no íbamos a recibir por ningún sitio más. Pues no! Como queríamos ya salir al día siguiente hasta la desembocadura del Mekong en bici, en vez de pillar una furgo y que nos llevaran hasta allí (que era la idea inicial), nos pillamos un mapa de la ciudad, que ya vimos que era bastante caos. El caso es que a Mantu le estaba dando una chapa del copón un gabacho farlopero que había estado viviendo en Rentería, cuya madre era Vietnamita. El tipo se ofreció a conseguirnos un mapa, para lo que se puso a hablar en vietnamita con una tipa. Nos dijo que ahora vendría con el mapa y que salía 1.5$. Era un poco caro para ser un mapa de la ciudad y bastante cutre, pero lo necesitábamos. Así que le dimos la pasta y nos dejábamos de buscar mapa al día siguiente. Bueno pues nos dimos cuenta de la que íbamos para el hotel que el mapa lo dan GRATIS!!
Nuevamente con nuestra cara tronco, por que ya no tenía otro nombre, empezamos a montar las bicis. El caso es que terminaríamos de montarlo todo y repartirnos el equipo sobre las 2:30 de la madrugada, con lo que despertarse a las 7:00 resultó ser algo duro.
Por fin al las 9:30 ya teníamos todo montado, pero nos tocaba enfrentarnos al caos motorístico y de claxonazos que caracterizan a esta ciudad. La verdad que el mapa nos vino de perlas porque salimos muy bien de la ciudad. Lo que nos costó un poco mas fue adaptarnos al modo de conducción. Aquello es la jungla, el sálvese quien pueda y apártate de mi camino! Las normas de circulación brillan por su ausencia. Circulan en dirección contraria, giran por donde les da la gana, no paran ni en los semáforos,… Pero una vez nos quedó claro que el caso es no parar jamás (parece ser que sino sus vehículos no podrían volver a andar) y que lo único que tienes que hacer es seguir tu curso y hacer todas las pirujas que quieras mientras no pares, llegas a donde quieras.
Salir de allí fue un gran alivio, pero el paisaje la verdad no cambió demasiado, circulamos por la carretera principal hasta llegar a Mitho, que se encuentra en el delta del Mekong y lugar desde el que queríamos iniciar nuestro viaje. La primera etapa a parte de ser un tanto fea por aquella carretera por la que circulaban bastantes coches y camiones todos ellos pitando como descosidos y la pinta de industrial que tenían todos los pueblos, el clima también nos dio la bienvenida con un increíble monzón. De lo mas gordo nos cobijamos una media hora, pero viendo que no amainaba continuamos la marcha. Como no hace frío no molesta la lluvia, pero al cabo de 3h pedaleando bajo la lluvia y tener los dedos de las manos y los pies arrugados, al final empieza a raspar un poco.
Llegamos a Mitho empapados, notando ya fresquito en el cuerpo y con la incertidumbre de no saber si habrá alojamiento. Por suerte tuvimos incluso hasta donde elegir. Duchita, cambiarse de ropa , cenar y tener colchón para dormir, en estos casos es uno de los mayores placeres.
Al día siguiente teníamos la intención de ir a pegarnos un bañito al mar donde desemboca el río, pero avisados por el señor del hotel, decidimos ir tirando río arriba y empezar el ascenso desde allí, pues había amenaza de tifón.
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