Salimos de Neak Luong bien descansaditos por no haber pedaleao casi nada el día anterior. Tan sólo teníamos 61Km hasta la capital de Camboya, Phnom Penh. Acostumbrados a hacer bastantes mas kilómetros ya sea por perdernos o por que la etapa lo requería, llegamos para las 12 del mediodía. Asfalto y encima con mojones indicativos de los pueblos, pues a toda pastilla y chupado. Parecía que en Camboya ya no nos íbamos a equivocar mas.
Aprovechando que en la guest house se estaba a gusto y que tenía wifi de gratis, decidimos quedarnos 3 días para que Eneko pudiera hacer el 21 la matrícula de la uni (gracies Txabi!!).
Comer bien, ver museos, algún templo, dar señales de vida a la familia y arreglar el blog! (graccie Laureta!). Descansar lo que se dice descansar, la primera noche no fue así. A la noche hubo un corte de luz que no se arregló hasta la mañana siguiente, con lo que el ventilador no funcionaba. La empapada de sudor que teníamos nos despertó ya que estábamos en un segundo piso y sobre la cocina del restaurante de abajo. Imposible dormir!! Salir de la habita y ver como todo el mundo estaba igual, fuera de las habitas y en los puff, hamacas y butacas que había en la zona de tragos de la guest house. Finalmente y tras probar en diferentes sitios, nos volvimos a la habita y dormirnos después de una adaptación al sofocante calor.
El día siguiente lo dedicamos sólo y exclusivamente al botellín que se tenía que comprar Eneko. Parecía cosa fácil, ya que estábamos en la “capital” y encontraríamos tiendas de bicis cremas. Para nuestra sorpresa y desgracia de Eneko, no fue así. Lo máximo que encontramos fue una tienda que en Internet vimos que vendía bicis de monte y todo el tema, pero que al llegar allí vimos como tenía una y el resto eran para niños. El caso es que si tenían botellines, pero en formato niños, con lo que no nos interesaba. Como se suele decir, una imagen vale mas que mil palabras.
Al final tras mucho deambular por la ciudad sin éxito, en un centro comercial encontramos algo bastante parecido, pero resultó ser un fracaso total. Ahora mismo se arrepiente de no haber cogido el botellín de juguete.
La última tarde nos encontramos con una pareja que Eneko en su mes de vacatas les conoció en Seam Reap, el pueblo de Camboya donde está el increíble complejo de templos de Angkor. Una pareja de Ingleses majísimos con los que pasamos todo el resto del día y de los que no nos pudimos despedir debidamente pues no aparecieron al desayuno de las 7:30am (pero esperamos reencontrarnos en Laos!).
Tras estos 3 días de ocio por Phnom Penh y un desayuno de buffet libre por 2.5$ (a partir de ahora creemos que subirán la tarifa!), partimos hacia Kompong Cham. Iban a ser unos 110Km pero por pista o camino malo ya que en el mapa lo ponía en línea finísima y roja (en plan chungo). Ya estábamos mentalizados para la dura etapa, pero para lo que no estábamos preparados, pues a nuestra derecha estaba el Mekong como indicaba el mapa, era que tras preguntar para confirmar que íbamos por buen camino, nos respondieran que ese no era el Mekong, sino un afluente! Me kaguen la ostia puta!! 22Km a la basura! Total que dar la vuelta hasta Phnom Penh otra vez, ver que los del buffet cerraban persianas pensando que repetíamos y pillar el puente que cruzaba el afluente para empezar por buen camino.
Se suponía que teníamos que tomar un ferry para que nos cruzase el Mekong a unos 30Km de la capital, pero para nuestro asombro, acababan de terminar un puente Chino-Camboyano.
Al de poco de que Eneko tuviera un percance con un moto tractor, pues casi le arroya al incorporarse a la calzada mientras Eneko le adelantaba y a la vez siendo el adelantado por un coche y una moto, pillamos la desviación de la carretera finísima y roja (la muy chunga del mapa). Al principio muy bien, por las ganas que teníamos de salir del asfalto, jiji jaja, fotito por aquí, fotito por allá,… pero al de unos kilómetros el traqueteo ya nos tenía hartos y para colmo a Mantu se le salía la alforja derecha cuando pillaba un buen bache. Pero el paisaje merecía la pena y ciclar junto al majestuoso Mekong no tiene precio.
Sobre las 13 paramos a comer algo en el único pueblecito que hasta el momento vimos. Un poco de arroz con huesos de pollo acompañados con refrescos con hielos de los de saluda a la pirri! No son espabilados ni nada los pueblerinos, nos la clavaron bien, 5$. Que en realidad no es nada pero aquí es bastante. Aprovechamos para acicalarnos en el baño, que por cierto lo dejamos bastante guarro, ya que todo el polvo que se te acumula por estas carreteras no es tontería.
Cuando llevas unas pocas horas pedaleando por una única pista, sin alternativas en donde cada vez que preguntas si vas bien y les dices a donde quieres llegar, los gestos de asombro de los lugareños y las indicaciones de lejanía, la psicología entra en juego. Gracias al paisaje y los senderos por los que deambulábamos ayudaban a mitigar los inconvenientes.
Los ánimos de los lugareños y el continuo “hello” de l@s niñ@s, también contribuían a nuestro buen pedalear. Es gracioso sentirte rodeado de numeros@s niñ@s cada vez que paras a reponer agua, preguntar o colocar la alforja en su sitio.
En esta etapa también tuvimos que pasar numerosos puentes, a cada cual mas peculiar, para pasar al otro lado de los canales que nos íbamos encontrando por aquella pista-sendero infernal.
Parece mentira que en mitad de la nada, donde hay tan solo unos pequeños asentamientos a orillas del río, aparezcan unos templos enormes, muy bonitos y en perfecto estado.
Como siempre y a pesar de que se estaba haciendo un poco tarde y no se vislumbraba cercano el final de la etapa, no perdemos la sonrisa y aprovechamos incluso hasta el montículo de un termitero para poder hacernos alguna de las pocas fotos en las que salgamos los dos.
Ya bastante tarde, en una de las paradas para preguntar si íbamos bien encaminados, unos tipos nos dijeron que pasáramos al otro lado del río y continuáramos por la otra orilla. Sabíamos que en la otra orilla estaba el pueblo, pero según el mapa podíamos seguir por este lado y cruzar por el puente. Los tipos se echaban las manos a la cabeza, diciendo que no, que era mas largo e incluso nos hicieron seña como de cortar el cuello. No sabemos muy bien a que se referirían, pero el caso es que seguimos por nuestro lado.
Al cabo de un rato nos dimos cuenta que igual los tipos tenían razón, la pista era ya un sendero que serpenteaba cuan culebra y hacía muy lento nuestro andar. Se estaba haciendo de noche y no veíamos en la lejanía el supuesto puente que cruzaba el río. Incluso cuando crees que ya no puede pasar nada mas, miras para el frente y ves como una nube oscura se te acerca amenazante.
Por fin dimos con una pista que parecía ser la que nos llevaría finalmente a destino. Lo pudimos comprobar cuando a lo lejos vimos las luces del majestuoso puente. Desde entonces y hasta que llegamos al puente pasaron casi tres cuartos de hora, con unas ganas tremendas de llegar y con el aliciente del fin de etapa en la proximidad.
Llegaríamos sobre las 19:00 a la guest house, ya de noche y cayéndonos unas gotitas. Para nuestra desgracia después de la reventada que teníamos, la habita estaba en la última planta, con lo que subir todos los bártulos en varios viajes hasta arriba fue la guinda del pastel. Las vistas sobre el río desde el alojamiento y las pedazo ensaladas y plato de pasta que nos zampamos, fueron nuestra merecida recompensa.
Resumen de etapa: Salir a las 08:00, equivocarnos (penalización 22Km), comer un plato de arroz a las 13:00, ciclar por pistas incómodas y bacheadas y llegar de noche a las 19:00 (sin parar ni comer de 14:00 a 19:00, pedaleando todo el rato!!). Total recorrido unos 140Km.
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