Después de una noche maravillosa, a la luz de la luna, que iluminaba aquellas imponentes montañas separadas por la garganta, contemplándolas con una tacita de té de montaña y acompañado tan solo por el sonido de los grillos, los primeros rayos de luz me despertaron. No me puse despertador porque ese día solo haría la garganta de unos 24Km. Menos mal que me quedé a dormir allí y no intenté hacerlo aquella misma tarde, pues el comienzo fue matador.
Sobre las 9:30 me dirigía a tomar el barco que te cruza al otro lado del río, el Yangtze, para entrar en la garganta. Me costó bastante encontrar el camino correcto que llevaba al trasbordador. Cuando estaba cerca, me topé con un grupo de franchutes que iban con un guía chino a hacer la garganta. Venían desde Lijian andando, durante 3 días y tenían intenciones de terminar en Shangrila. Uno de ellos sabía castellano, así que me uní al grupo para charlar un rato.
Cuando vimos el río y por donde había que bajar, me cagué. Estaríamos como a unos 40m de altura y abajo encañonado estaba el río y había que bajar por un sendero estrecho. El guía de ellos me dijo que fuera mas adelante, donde, menos mal, vi que había una pista guapa que bajaba. Nos despedimos hasta encontrarnos el barco. Pero todo no iba a ser gloria y la pista aquella se había venido a bajo en un desprendimiento. Al otro lado había otra pista guapa, pero que para pillarla, tenía que deshacer unos 5Km para llegar a ella. Como por aquel sendero no iba a bajar, media vuelta y para atrás. Me encontré con un agricultor y le pregunte, por señas claro, cómo podría ir a aquella pista para cruzar al otro lado. Me indicó que por allí no se cruzaba y me señaló el sendero.
Pues nada, armándome de valor, bajar de la bici y frenando con los dos frenos y haciendo una fuerza increíble para no irme acantilado abajo con la bici. En la foto quizás no se aprecie muy bien lo complicado del asunto. Lo ideal hubiera sido quitar las alforjas y bajar por separado todo, pero me iba a llevar mucho tiempo y esfuerzo,… bueno esfuerzo igual no.
Al final tuve que quitar las alforjas, porque el último tramo era todo de escaleras, así que baja la bici sola, sube a por las alforjas en 2 viajes,… una odisea. Menos mal que los franchutes estaban allí y me ayudaron con el alforjeo ahorrándome algún viaje. Se quedaron chinados, nunca mejor dicho, por cómo había podido bajar por allí con la bici. Me cagué en el guía chino unas cuantas veces, pues si no me hubiera mandado por la pista aquella, me hubieran ayudado desde el principio. Una vez al otro lado del río, donde en la foto se ve al transbordador, el camino de ascenso era muchísimo mejor y menos empinado.
Desde el otro lado y desde una altura elevada, se puede apreciar por donde tuve que bajar.
Cierto es que al otro lado del río, el sendero era mucho mejor y menos empinado, pero aún así no podía ir montado, pues o no me daban las piernas o patinaba demasiado, con lo que tocó empujar cuesta arriba la bici. Cómo pesa la condenada bici! No tendría que hacer ni un kilómetro, pero tardé como 45min en subirla hasta un punto donde pudiera pedalear. A demás arrastraba un problema de tendón de Aquiles, por una sobrecarga, debido a apoyar mal el pie pues los puntos me tiraban.
Por fin llegamos a un punto donde se podía pedalear, viendo frente a nosotros la entrada de la garganta y tanto Patricio como yo, nos alegramos. Bueno en realidad patricio siempre está contento, es mas majo!
En definitiva, entre pitos y flautas, ya serían casi las 12 y todavía no me había puesto a pedalear! Pero a partir de aquí, todo fue rodado, podría poner millones de fotos de este paisaje tan encantador que crea esta garganta, pero trataré de abreviar. Se nota que había descendido desde los 3.500m hasta los 1.900m, porque el calor y el solazo pegaban de lo lindo. Normal que en las guías te digan que lleves bien de crema de sol y agua.
Hay dos opciones para hacer el paso este. Una, la de arriba, que es la mas guapa, te elevas a unos tres mil y pico, caminando por senderos de montaña y sobre los cortados de esta garganta. El otro, por el que yo fui, es el de abajo y se trata de una pista carretera, por donde pasan 4x4, autobuses de guiris y camiones de las obras (como no!). La verdad es que estaba en bastante buen estado, aunque un par de veces se me desencajó la alforja trasera por los baches. Poco a poco vas tomando altura y los rápidos del río se hacen mas violentos, a la par que el cañón mas abrupto.
Al de una hora y media aproximadamente, el hambre hizo presencia y un precioso bar se presentó ante mi. Las vistas que tenía aquel “Café Bridge”, porque había un puente alado, eran increíbles, con lo que decidí hacer un alto tomándome un cocido de montaña típico de la zona. Entre las vistas, el solcito y el rugir del río, la comida me supo a gloria.
Por el camino, numerosas cascadas procedentes del deshielo de los glaciares te van refrescando y deleitando con sus cristalinas aguas.
Las imponentes montañas a ambos lados, te acompañan constantemente, como fieles guardianes de este entorno tan espectacular, tras tu paso por la garganta.
Incluso este cañón te proporciona alguna estampa para la portada de algún grupo de música.
Una vez salido de la garganta, al mirar atrás, una bonita estampa se despide, mostrándote toda su majestuosidad.
Una vez en la guest house del pueblo de destino, me dediqué a inventar algo para que no se me perdieran mas acoples de las alforjas para la parrilla. Tú ya sabes a lo que me refiero Eneko. Ya solo me quedaba uno de repuesto, con lo que para evitar futuros disgustos, solucioné el problema con un poco de maravillosa cinta aislante e hilo. Y para que no se me escapara mas la alforja derecha, un mosquetón y solucionado el problema, o eso espero.
A la mañana siguiente, me levanté con unas agujetas de escándalo. Se conoce que tirar de la bici empujando cuesta arriba pasó factura y los muslos los tenía bien resentidos.
Para colmo, estaba a unos 1.900m y me tocaban 96Km para llegar a Shangrila, que se encuentra a unos 3.200. Los 45Km de subida que tuve al inicio de la etapa, al principio progresiva pero luego matadora subida, terminaron de rematar la jugada. He llegado a Shangrila, la verdad es que bastante pronto para la subida que ha habido, sobre las 15:00, pero con el talón de Aquiles bastante tocado.
El dueño del alojamiento me ha dicho para ir a visitar a un doctor de medicina Tibetana, muy conocido en el pueblo. Tras varias vueltas para encontrar el sitio, pues no tiene cartel ni nada, un señor me ha acompañado hasta su casa. Hemos subido unas escaleras y en un habitáculo en la terraza estaba el Dr. Tratando a una persona. Le he comentado donde me dolía y en 5 minutos de masaje de insoportable dolor, me ha dejado como nuevo. Increíble pero cierto. Me ha comentado, por señas claro, como que debo de tener alguna fibra rota y que esté 3 días de reposo. Al decirle que voy en bici me ha dicho que ande, pero suave. Solo estaré un día de reposo y aprovecharé, ya que está lloviendo, para escribir, leer y que descanse el pie.
Ya se nota que estoy en lo que antiguamente era Tíbet, pues los rasgos, edificaciones e incluso el idioma es diferente, bueno lo poco que se, aquí se dice diferente. Una vez cogida altura, he entrado en una vasta llanura de pasto, donde los famosos Yaks, campan a sus anchas.
sábado, 9 de octubre de 2010
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