Nada mas salir por la puerta del hotelito aquel, pudimos ver un poco de lo que fue la noche anterior aquella interminable bajada.
Una vez empezado a andar, aquí ya no te saludan co el Ni Hao chino, sino con Ta Si Delec (no se como se escribe pero suena así), que es hola en Tibetano. Ahora si que si, todo es diferente.
Comenzamos a descender por un valle precioso, casi sin vegetación, característico de estas alturas, cuando nos encontramos con una pareja Suiza en bici! Venían de Xinin y aunque no íbamos para allá, si que tendríamos alguna parte en común, con lo que intercambiamos información. Increíble los pepinos de bici que llevaban, lo impolutos que iban y lo especificado que tenían el camino, vamos, casi metro a metro. Como se notaba que eran Suizos.
Alucinábamos con las construcciones tibetanas. Son unas casas enormes, con una base muy ancha que se va estrechando hacia arriba, tipo monumento Maya. Parece ser que es para mantener la estructura intacta ante un terremoto. La parte orientada al Sur, es la que tiene ventanas y florituras de colores muy vistosos y en ocasiones balconadas de madera muy trabajada. La orientada al Norte, la mas castigada, sin ventanas y toda blanca.
Cada cierto tiempo, pasábamos por algún poblado tibetano que se asienta a orillas del río del que viven.
En uno de ellos pudimos ver cómo decoran la fachada Sur, con esos colores tan llamativos que caracterizan a la cultura tibetana.
Después de comer en un pueblo al que costó subir, para luego bajar por el mismo sitio, pero la comida es la comida, nos encontramos con otro ciclo. Esta vez se trataba de un Irlandés, que venía de Chengdú, lugar al que tampoco íbamos, pero compartíamos también parte, con lo que de nuevo intercambiamos información.
Entre que salimos tarde, nos encontramos con ciclistas con los que charlamos un buen rato, un tordo que echamos a orillas del río, donde se estaba tan bien que nos quedamos un rato largo, las infinitas fotos que toma Nico y un largo etcétera, comenzamos tarde la ascensión al puerto. No lo íbamos a subir, pero queríamos avanzar un poco.
Atardeciendo, preguntamos en el último pueblo, donde se podía dormir y nos dijeron que no había nada. Para asegurarnos, fuimos al puesto de policía y nos confirmaron la mala noticia. Pero cual fue nuestra sorpresa, que el comisario dijo que nos dejaba un cuarto. Así que por lo menos, dormiríamos bajo techo y bien protegidos. A demás nos invitaron a cenar un cocido que entró estupendamente. Se conoce que el oficial tenía trabajo, con lo que mientras dormíamos en el suelo con los sacos, el trabajaba delante del ordenador.
Después de una velada policial, nada mas montarnos en las bicis, al día siguiente, tocaba subir desde el minuto uno. Un poco os podréis hacer a la idea de la subida que era, con la siguiente foto, y eso era solo menos de la mitad de la subida (es lo malo de bajar, luego toca recuperar).
En este primer alto pararon también unos monjes que llevaban consigo en la moto, no me digáis como, esas pedazo trompetas de los monasterios tibetanos.
De nuevo nos adentrábamos en una zona encañonada, con vegetación otoñal y con el curso bravo del río bajo nuestras pedaladas. A esta altura, me llamó la atención una planta. Me acuerdo que de adolescente, en el pirineo catalán fui con el tío de un amigo a ver la “Flor de Neu”(te acuerdas Pepi?), especie muy protegida debido a su escasa existencia. El caso es que me pareció verla en una cuneta, me acerqué y creo que puede ser. Si algún botánico entendido me lo puede confirmar, le estaría agradecido.
Tras pasar este espectacular cañón, entramos en una zona de tregua ascendente, donde a orillas del río aprovechamos para cocinar unos espaguetis instantáneos y poder así tener fuerzas para afrontar la segunda parte del paso.
Se conoce que no me sentaron muy bien aquellos espaguetis, pues al de poco me entró un dolor de tripas increíble. Me dolía un montón el costado derecho, e incluso lo notaba duro e inflamado. De todo lo que me dolía pensé que igual era que el apéndice estaba con problemas y la frase, “apendicitis en China”, estaba continuamente en mi mente.
A duras penas llegué a un pueblo que daba paso al último tramo de la ascensión. Este pueblo se encuentra a unos 4.300m y te recibe con un cartel muy gracioso, que iba a juego con el resto del pueblo.
Parece mentira que a esta altura pueda haber civilización. Menudo frío que se traía el pueblo. A medida que ascendíamos, dejábamos atrás aquel precioso bosque otoñal, para dar paso al pasto y rocas de las alturas.
Nunca había estado tan alto con la bici y a partir de los 4.600m, ya empezaba a notar que jadeaba bastante. Para colmo al mirar atrás, una cortina de lluvia amenazaba siguiendo nuestros pasos. Como colofón, a escasos 10m de coronar los 4.708m, pinchazo!! Que bajón, encima empezaba a lloviznar. En cuanto dio un poco de tregua me puse a reparar. Nuevo marcador: Eneko 3-6 Mantu
Como todavía no llegaba Nico, para poder marcar el número 6, usé la técnica china de contar con los dedos. Solo usan una mano así que me venía al pelo. No me las estoy dando de surfero guayto, es que 6 en chino es así!!
Ahí no terminó la cosa, tras colocar todo e hinchar la rueda, me doy cuenta de que algo suena, efectivamente, la válvula de la cámara estaba rota. Otra vez desmontar todo y colocar otra cámara ya reparada y de paso poner la cubierta nueva, pues la que tenía no me daba mucha confianza.
Una vez llegado Nico foto de rigor a 4.708m!!
Increíble paisaje desértico el que te depara esta altitud. Es majestuoso la estampa del Plató Tibetano.
Rápidamente descendimos pues la lluvia estaba encima nuestro. Tuvimos que resguardarnos en la única casa de obreros, que por suerte había en aquel solitario y desolador paraje.
En cuanto amainó, nos pusimos en marcha para descender por una espectacular bajada hasta San Dui, un mágico pueblo Tibetano que se encuentra en un valle en mitad de la nada y perdido en el tiempo.
No tengo palabras para describir este sitio, tan solo decir que me gustaría regresar en alguna ocasión para estar una temporada en este entorno y con esta entrañable gente.
Creo que sí que podría ser un edelweiss, al menos se le parece bastante!
ResponderEliminarSaludos, me alegra mucho leer tus aventurillas!
Buena suerte, y namasté!