miércoles, 20 de octubre de 2010

29 Espectacular Plató

Este día amenazaba con ser duro, ya que tendríamos que hacer 120Km y subir y bajar 3 puertos, uno de 4.600m y dos de 4.200m. El comienzo fue espectacular, ciclando a orillas de un río y con un paisaje alpino otoñal, nuevamente precioso.




Como cada vez que subimos a mas de 4.000m, la vegetación comienza a desaparecer y esta vez no nos deparó una basta extensión de pasto amarillento, sino una extensión de rocas graníticas, que daban la sensación de estar en otro planeta. La carretera discurría por medio de este paraje, donde no se veía nada mas a que rocas en kilómetros a la redonda.



Aquí arriba se notaba bastante frío y un fuerte viento recorría todo este entorno. En honor a Eneko, que hubiera disfrutado un montón en esta zona de increíbles pasos de montaña y maravilloso Plató Tibetano, le hice posar a Nico al mas puro estilo de Eneko. Esta foto va para ti!



Pasamos a ciclar por una carretera que parecía llevarnos al rincón mas tenebroso de la tierra, pues el color gris del cielo y las cortinas de agua amenazaban con golpearnos, pero curiosamente, este lugar tenía un encanto especial.




Cuando volvimos al asfalto, al de pocos kilómetros, aquellas nubes amenazadoras, cumplieron su papel y nos azotó una terrible ventisca con nieve y hielo. Por suerte en el camino encontramos una roca con una pequeña cavidad donde refugiarnos. Bueno realmente se refugió Nico, pues no llevaba pantalones largos, ni pantalón de agua, ni botas de monte, ni guantes, porque se los robaron en el hotel de aguas termales, al dejárselos encima de la bici en la entrada del mismo. Menos mal que tenía dos pares y le deje unos.


La pobre “Avispa” y Patricio, fueron los que mas sufrieron este duro golpe. Parece ser que la entrada del invierno estaba llegando antes de lo previsto y a estas alturas, se siente mas dura su acción.



En cuanto amainó un poco, continuamos la marcha, pues eran ya las 13:30 del medio día y nos quedaban mas de 60km por delante y el paso de 4.600m. Con las manos congeladas ciclamos por aquella llanura invernal e inevitablemente, llorando, por el viento gélido que azotaba nuestro rostro. Por fin una bajada nos puso en una zona de temperatura mas agradable, a la vez que el paisaje cambiaba sus formas y colores.


Ahora pedaleábamos entre colinas de pasto verde, surcados por extensos valles tapizados por increíbles alfombras vegetales, inundadas por las aguas que bajan de las lomas.



Pronto terminó lo bueno y comenzamos a subir el “Tuer Pass”. En la mitad de la subida, me encontré con dos ciclistas chinos. Uno subía y el otro bajaba, pero se habían parado a charlar. El que bajaba, sabía un poco inglés y me dijo que todavía nos quedaba bastante hasta Litang y que tendríamos que parar antes, pues se haría de noche y quedaba otra subida mas.



Por si no os habéis fijado, el de detrás, el de la visera, es el primer sustituto de Eneko!! El chino que me encontré al salir de Dali, el que pensaba que se mudaba a Lijiang! Pues allí estaba, o se mudaba mas lejos o realmente estaba de ruta con la bici. Seguía yendo igual de lento y empujando la bici, pues no podía con ella. Que casualidades, a saber donde me lo vuelvo a encontrar!


Costó un rato llegar arriba, pero como siempre mereció la pena por las vistas. No sabía por qué, curiosamente en este puerto, paraba mucho chino guiri para sacar fotos. Hasta que, mirando hacia donde todos sacaban fotos y viendo los gestos que me hacían con las manos poniéndoselas en la cabeza, como si fueran orejas, vi que había dos rocas puntiagudas como con forma de orejas de conejo.



“Tuèr”, significa conejo. Menuda paliza para llegar al “conejo” a 4.696m!



Mientras esperaba a que llegara Nico, disfrutando de las vistas, cada guiri chino que paraba a sacar la foto del conejo, se tomaba una foto con mi bici, todo flipados para luego decir que se subieron al conejo en bici! Jejeje. Si hubiera cobrado unos Yuanes por cada uno que se montó en la bici, ahora estaría en un autobús y no en la “Avispa” sufriendo!



Una increíble bajada nos adentró en otro espectacular valle, donde manadas de Yak, pastaban aprovechando los últimos rayos de luz y bebían agua del río, que serpenteando, cruzaba todo aquel valle de tonalidades ocres.


Pequeños pueblos aislados y mimetizados con el entorno, junto con tiendas de los ganaderos nómadas que viajan de valle en valle con los Yak, terminaban de decorar aquella mágica tarde.



Que razón llevaba aquel chino! Ya estaba anocheciendo y nos quedaban 30Km y un pequeño puerto de 4.200m! Llegamos a un pequeño pueblo con los frontales y paramos a beber algo en una tiendita y comer alguna galleta. Desde las 9:00 de la mañana no habíamos comido nada ya que no había ningún pueblo en medio.


Seguimos nuestra marcha de noche, sabiendo que faltaban 20Km y comenzando a subir. Al de poco de empezar el ascenso y con bastante frío, empezó a llover. Cansados, tras 10h de pedaleo, sin haber comido nada y con un par de puertos a nuestras espaldas, eso era lo último que apetecía.


De pronto, un coche se para a mi vera, donde estaba echando un orín y me dicen hello! No me hizo ni gota de gracia, que después de todo aquel día, que un chino se parara a hablar conmigo, mientras meaba, lloviendo y teniendo que subir el puerto! Pero para mi sorpresa era Nico, que tenía la bici metida en la parte de atrás de la pick up! Se habían apiadado de el y les dijo que éramos dos. De modo que metí mi bici también y fuimos calentitos dentro del coche los últimos 15Km hasta Litang.


Que maravilla! Menos mal que nos recogieron porque sino, hubiéramos llegado bastante tarde, posiblemente el alojamiento hubiera estado cerrado y no hubiéramos encontrado nada abierto para cenar.


Total que llegaos a la “Peace guest house” y a pesar de que estaba al completo nos metieron como pudieron. A Nico en un cuarto almacén y a mi en una habita que estaba una francesa jarta, a la que no le importó compartir habita ya que había 2 camas.


Los tibetanos del alojamiento, majísimos, nos llevaron a cenar a un restaurante tibetano, donde comimos “Momo de Yak” (como empanadas rellenas) y un arroz que supieron a gloria.


Lo que pudo haber sido un final de etapa horroroso, terminó siendo bastante fructífero. El nombre del alojamiento no podía venir mas al pelo, por fin, que Paz!











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