lunes, 25 de octubre de 2010

34 Resumiendo

Bueno, ya ha pasado una semana y poco desde que llegué a Itaca. Algo ya ha ocurrido desde entonces, pero cosas emocionantes ninguna. Resumiré un poco lo que ha sido hasta día de hoy.



Después de llegar a Itaca (Zaduo) y debido a la presión que me mete el gobierno Chino por el tema de renovar el visado, pues sino me despachan del país, ya que no perdonan ni una, rápidamente me tuve que marchar a toda leche, al día siguiente. Por desgracia, no pude investigar hasta donde llegaba una pequeña pista que seguía río arriba. Mi intención una vez llegado aquí, era tratar de llegar al nacedero con algún local, acompañados por unos Yak, pero ya digo que el tema del visado me lo impidió.


El caso es que al día siguiente, tuve que marcharme de aquel pueblo fantasma. Como no me entendía con la gente, lo que decidí, fue tirar marcha atrás por la carretera por la que había venido, de nuevo en la bici e ir parando a todo vehículo que pudiera llevarme a mi y a la Avispa.


Llevaría solo dos kilómetros andados y a los 10 pik up que paré, ninguno me hizo caso. Ya me estaba viendo deshaciendo todo el camino de nuevo en bici, cosa que no me apetecía nada.


Por suerte me paró un camionero. Me dijo que solo me llevaría 30Km, cosa que en aquel momento me pareció suficiente, algo era algo. Al de poco, vi que enfrente nuestro había un autobús muy grande. Le pregunté a donde iba y me dijo que a Yusu (donde yo me dirigía). Me dijo que al día pasan 5, con lo que le comenté que al siguiente que pasara lo parara. Nada mas decir esto, el autobús se paró delante nuestro. El camionero se bajó y se puso a hablar con el autobusero. Me hizo un gesto, indicándome que me llevaban. Menos mal!


La bici entró perfecta y el autobús, que era de cama permanente, estaba lleno, con lo que fui de copiloto, disfrutando en posición de lujo de las vistas. Madre mía, incluso sentadito en el autobús, se podía apreciar las palizas que me había pegado en esos dos increíbles días!


En lo que duró la incursión en autobús, ni sé, cuantas veces pude agradecer la suerte que había tenido con el tiempo. Nos cayeron tres nevadas de escándalo, que si me hubieran pillado pedaleando, todavía estaría recuperándome del constipado.





Una vez llegado a Yusu, lo primero que hice fue ir al primer hotel en el que estuve, ya que el recepcionista sabía inglés, para que me indicara donde podía comprar un billete de bus directo a Chengdu. Por desgracia, no estaba el tipo y la sustituta, ni papa de inglés. Menos mal que había un monje que me saludó en inglés. Por suerte no se quedó en un saludo, sino que podía mantener una conversación. Me indicó por donde podría comprar el billete y que si tenía problemas, que volviera para que me acompañara.


Seguí sus indicaciones, pero allí no había mas que escombro y barro. Volví para decirle que por donde me había indicado, no podría ser. Cogió su coche y efectivamente llegamos a una zona de escombros y amasijos de hierro. Me dijo: pero si antes estaba aquí! Se bajó del coche y preguntó. Me dijo que le siguiera y tras varias paradas para preguntar, llegamos a un cuartucho. Efectivamente allí era. Menos mal que vine con el monje este porque sino, todavía seguiría allí. El caso es, que me dijeron que fuera al día siguiente a las 15:00, para comprar el billete y que saldría al día siguiente a las 9 de la mañana.


Al día siguiente me presenté a las 14:30 en aquel sitio y por lo menos había ya 50 personas esperando. A las 15:00, abrieron las puertas y toda la gente intentaba entrar en avalancha! Allí me di cuenta de que no habría sitio para todos y que por eso la gente se medio peleaba. Pues yo no me iba a quedar sin billete, con lo que con uñas y dientes allí me puse a lidiar con todo chino que se intentaba colar. Finalmente conseguí mi billete y de veras que fue con uñas y dientes, ya que, cuando salí del recinto, vi que tenía las manos ensangrentadas de agarrarme con fuerza al cristal para que nadie se colara. De la tensión que tenía ni me di cuenta de que me estaba cortando! Pero bueno, conseguí el billete que es de lo que se trataba. Dos personas mas delante de mí y me hubiera quedado sin billete, ya que me tocó la anteúltima plaza en el bus!


Menuda odisea el autobús de la muerte aquel! 38h seguidas hasta Chengdu! Era un autobús cama, pero de cama permanente y de unas dimensiones reducidísimas. Mira que yo soy pequeño y aún así no entraba. A demás como es cama todo el rato, no te puedes incorporar y tienes que ir tumbado. Yo, 38 HORAS TUMBADO!!! Jamás en la vida!!!


Bueno, finalmente, tras 38h de bus, 38h tumbado, 38h de sonidos chinos que son de lo mas desagradables, 38h de musicales chinos que son infumables, 38h de humo de tabaco, porque fuman como carreteros y 38h de olor a humanidad (menos mal que llevaba 4 días sin ducharme y ahí es donde les di yo pal pelo!), llegué sobre las 23:00 a Chengdu.


Tras montar todo el alforjeo en la bici, le llamé a Nico, el argentino, con el móvil de un chino. Este me anotó en un papel, el templo donde había quedado con Nico, para que se lo fuera enseñando a los taxistas en cada intersección, hasta llegar al templo.


Una vez instalado en casa del argentino, que menuda casa!, me esperaban 7 días hasta que me dieran el nuevo visado y 7 días para gestionar el tema del piragueo.


Curiosamente, al de 3 días de llegar, otro argentino llegó a casa de Nico. Se trataba de Pablo, un tipo que lleva 9 años encima de la bicicleta recorriendo el mundo!! De modo que el resto de los días no me falto compañía ni anécdotas, que el tipo este tiene para exportar.




Ahí estamos Pablo cuando se marchaba, Nico y yo.


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