Por fin, dese que estoy con Nico, un día que salimos pronto. Yo, a las 7:00, me levanté para ver desde el balcón el amanecer por las montañas. Al bajar al establo a por los calcetines, que estaban en las alforjas, allí estaba la madre ordeñando un Yak. Vaya susto que me pegó. El caso es que como vio que estaba despierto, subió arriba y le levantó también al pobre Nico.
Nos pusieron otra vez el te ese y “Sampa”, que es harina de cebada con el te ese, hecho una masa. Es una plasta que no hay quien se lo tome. Como no había otra cosa, yo me lo comí. Al final hasta le empiezas a sacar el gusto y todo. Nico le dio un bocado y lo dejó de la misma. El caso es que debe tener muchas calorías y para el mal de altura parece que viene muy bien y con la trayectoria que llevamos de no comer nada en todo el día, pues me lo comí todo.
Como digo salimos prontito de allí, sobre las 8:20. Eso si, como el valle era súper cerrado, no pegaba nada el sol y hacía un frío increíble. En las pocas zonas donde pegaba un poco el sol, que se colaba entre los huecos del valle, nos parábamos un rato a calentarnos antes de seguir.
Pasamos por algún pueblo que otro precioso, pero nada de sitios donde comer algo y calentarnos.
Al de unos 30Km y como habían dicho la tarde anterior, llegamos aun pueblecito donde había mas movimiento. Allí aprovechamos para tomar una sopa de noodels y coger algunas provisiones por si acaso. Nos sorprendió la marcha que había en aquel establecimiento. Perdidos en aquel valle en mitad de la nada y la tipa tenía un equipo de música del copón y con una marcha alucinante. Nos lo pasamos teta esos 20 minutos que estuvimos allí. Y para cuando empezamos de nuevo a pedalear, el sol ya estaba alto y nos empezó a calentar un poco.
En cuanto salimos de aquel valle, nos metimos en un cañón, creado por uno de los afluentes del río Yangtze. Durante casi 200Km ciclamos 2 días por la carretera que discurre a la vera de este río. Lo bueno de esto es que no tuvimos grandes desniveles en lo que duró esta carretera.
Numerosos pueblecitos se asientan en los márgenes de este río, con lo que poder aprovisionarnos, aunque fuera de unas galletas y un poco de bebida, no resultó muy complicado.
El paisaje era precioso, pero al final, tantos kilómetros por este mismo entorno, se hizo un poco pesado. A demás el sube baja era interminable y para colmo el viento lo teníamos en contra y era continuo.
Se notó, que no tuvimos que sortear ningún paso de montaña, porque para las 17:00, ya estábamos en Xinlong. Allí nos encontramos con otro ciclo. Se trataba de Martino, un Italiano que venía desde Italia pasando por Rusia y Kazajstán.
Se trataba de un tipo muy peculiar, de 26 años que acababa de terminar la carrera de educación física y se tomaba un año de ruta con la bici. Una máquina de tipo, pues solo viajaba con dos alforjas traseras y sin llenarlas!
El caso es que como no conseguía alojamiento, había pensado en dormir con la tienda, pero al encontrarse con nosotros y sabiendo Nico chino, encontramos un hotel de mierda y se quedó con nosotros.
Cuando le conté las intenciones de bajar el río en piragua, le pareció tan buena experiencia, que me comentó que igual me acompañaba. Íbamos en direcciones opuestas pero el tendría que pasar por Jinghong, ciudad al sur de China donde tengo intenciones de empezar lo de la piragua. El caso es que cuando estuviera allí, me mandaría un mail con lo que hubiera pensado. Así que hasta igual tengo compañero de descenso.
La verdad es que quería vivir esta experiencia del río en solitario, pero teniendo en cuenta las dificultades y complicaciones que puede haber, no es mala idea tener un compañero y a demás creo un poco en el destino y parece ser que nos ha puesto en contacto por algo.
Al día siguiente mas de lo mismo, ciclar por aquel cañón interminable. Gracias a habernos encontrado con Martino, sabíamos que a unos 50Km tendríamos un restaurante escondido en la parte baja de un pueblo. Menos mal que sabíamos esto, porque a escasos 2Km de dicho pueblo, empezó a llover.
Por suerte era ya la hora de comer, así que nos cobijamos en aquel restaurante con un buen cocido. No paraba de entrar gente para vernos, niños, adultos,… todos toqueteando las bicis. Nos quedamos un buen rato allí porque no paraba de llover y cada vez con mas fuerza. Sobre las 16:00, decidimos tirar para adelante aunque lloviera. Nos pusimos unas bolsas de plástico en los pies y a tirar millas.
Nico que terminó antes de prepararse, salió antes. Yo me quedé un rato mas preparándome. Cuando terminé, me despedí de todos los espectadores e inicie el pequeño ascenso. Al de 500m me fijo que Patricio estaba movido, me extrañó y de repente vi que el reloj no estaba!
De mala ostia, di la vuelta y regresé al establecimiento. Ya no había nadie, así que me fui al otro de alado que estaban unos jóvenes tomando algo. Les hice gestos de que me habían robado el reloj. Me cague unas cuantas veces en ellos (en general, no en ellos concretamente porque no sabía si habían sido ellos). Empezó a llegar mas gente y ahí fue cuando me explayé un rato y me desahogué. Diciéndoles que mucho Buda y mucha leche, pero que luego a la hora de la verdad,… Ya ni me acuerdo de lo que les dije, pero hice ver mi enfado.
De mala leche me fui pitando de allí. Al de poco me encontré con la bici de Nico, pero a el no. Estaba cagando en unos arbustos. Le amenicé el tordo contándole la historia del reloj. En realidad es un puto reloj de mierda, pero tenía su historia y me había hecho ilu volver a tenerlo! (ver capítulo “Maldita llanura”).
De pronto aparece un monje en moto, que se para delante de mí y saca del macuto mi reloj! Joder que alegría. Le di unas cuantas veces las gracias y me dijo que uno de los niños lo había cogido. Me pedía dinero por el rescate, pero creo que con las gracias era mas que suficiente.
Todo parecía volver a la normalidad, e incluso el clima mejoró y nos obsequió con unos rayos de sol. Pasamos por unos sitios muy chulos. En uno de ellos donde paramos a tomar un refresco, nos dijeron que mas adelante encontraríamos un típico puente tibetano de mas de 500 años, reconstruido.
Algunos especímenes tipo el prota de “La Casa de la Pradera”, pero en tibetano, nos sorprendieron por el camino.
Ya parecía que el cañón lo íbamos a abandonar, pues una dura subida nos esperaba y para colmo toda embarrada y atardeciendo. Nos costó como una hora y media salir de aquel cañón y por aquella pista, cuyo barro te agarraba fuertemente impidiéndote avanzar.
Salimos de aquel lugar con los frontales. Ya era de noche y no se veía ningún signo de civilización. Por lo menos la carretera pasó a ser asfaltada y al de unos 45 minutos, tras subir un repecho, vimos algunas luces. Paramos un auto que se dirigía hacia nosotros. Nico le preguntó cuanto quedaba para Ganzé y nos contestó que unos 10Km y bastante llano. Menos mal que si que era llano, por que teníamos unas ganas horribles de llegar.
Sobre las 21:30 conseguimos alojamiento, nuevamente sin ducha, con lo que hacían ya como 8 días que no nos duchábamos. Una cena de escándalo reparó por completo todas nuestras fuerzas.
Con la luz del día pudimos ver lo grande que era el pueblo este. Parece mentira que en medio de la nada y a estas alturas, pueda haber semejante concentración de civilización.
A partir de aquí ciclamos por unos valles rodeados por las montañas nevadas de las “Chola Montains” de mas de 6.000m de altura.
Entramos ya en una zona donde son famosos sus templos tibetanos, donde cada poco encontramos uno, cada cual mas bonito y en entornos espectaculares. En una recta, vi a lo lejos cómo dos personas vestidas con los típicos atuendos de los monjes se levantaban y se agachaban continuamente. Resulta que se trata de un tipo de peregrinación. En cada paso se tienen que arrodillar, tumbar y dar una palmada, haciendo un sonido con las maderas que llevan en las manos. Increíble lo que tiene que suponer eso. Eso si que es una auténtica penitencia. Lo mejor será que veáis el vídeo, que os aclarará mejor el proceso.
Por lo que me comentan, estos deben estar yendo al templo mas cercano, ya que sus ropajes están bastante bien conservados. Pero existe una peregrinación, haciendo este ritual, hasta el “Potala”, principal templo tibetano que se encuentra en la capital de Tíbet, en Lhasa. Llegan a tardar hasta 2 años en hacer la peregrinación, sin comida ni agua, sólo aceptando lo que se les ofrezca, pasando por puertos de mas de 5.000m, hasta llegar allá. Debe ser increíble el aspecto que presentan, con las ropas estropeadísimas, en los huesos y casi sin fuerzas.
Parece ser que estos se dirigían a este templo. Preciosa estampa con los montes Chola nevados detrás y el ocre del pasto terminando de dorar el ambiente espiritual de esta zona.
Durante el pedaleo por este impresionante valle, nos encontramos con un peregrino en medio de sus oraciones. Parecía que me encontrara metido dentro de la novela de “Siddartha” y acabara de ver a mi amigo Govinda cuando era un Samana del bosque.
Me llamaba la atención que en los muros orientados al sur de las casas, hubiera plastas de caca de Yak pegados. Luego me enteré, que recogen la mierda para dejarlos secar y así luego usarlos de combustible. Curiosamente hasta quedaba bien y todo!
Nuevamente tocaba subir un puerto de 4.400m, se acabó lo bueno de ir a orillas de un río. Una tormenta de viento y nieve amenazaba con azotar, con lo que esta vez no le esperé a Nico en lo alto, sino que seguí adelante, para bajar el pedazo descenso que venía y poder encontrar algún refugio.
Curiosamente cuanto mas bajaba, las nubes se alejaban mas, hasta tal punto que cuando llegué abajo del todo un sol radiante me calentaba la espalda. Aproveché para parar en una roca a orillas de un río y así esperarle tranquilamente. Arreglé con un poco Loctitte y cinta aislante el botellín, ya que me perdía agua por una rajita.
Mientras me quitaba el Loctitte de las yemas de los dedos, un chaval con su hermano pequeño, paro delante mio la moto. Se bajaron y se quedaron mirándome un buen rato. El joven rondaba la bici y toqueteaba. No me daba buena espina, así que le indiqué que no tocara nada y se pusiera delante de mí, pues la bici quedaba a mis espaldas.
Nuevamente volvió a rondar la bici. Esta vez no le hice ni caso y seguí quitándome los pegotes de las yemas. Al de un rato me preguntó a donde iba, le contesté y se subieron a la moto. Metió primera y salió con un acelerón de la leche. Normalmente van suave y a pocas revoluciones para no consumir. Esto me sorprendió, miré para atrás y vi que el reloj no estaba!! Me cago en la puta!! Pero como seré tan tonto!! Mira que me lo había olido al principio y luego por confiado no comprobé que todo siguiera igual.
Me entró una ira y una impotencia, que no os lo podéis imaginar. Mira que está claro que el destino de ese reloj es ser robado o que no llegue a casa conmigo.
Cuando llegó Nico y se lo conté, no salía de su asombro. Suerte que mas adelante me pasó una cosa que mitigó el enfado que tenía. En un tramo que se puso muy malo y bacheado, pero con un extenso pastizal donde infinidad de Yak pastaban, paré a esperar a Nico. Mientras estaba sentado se acercaron dos tibetanas a curiosear. Aproveché para sacarlas unas fotos. En una de estas, mientras les estaba enseñando las fotos, le indiqué a una de ellas que me tirara del dedo índice. Extrañada me cogió del dedo y lo estiró, en ese momento me tiré un pedo sonoro escandaloso que no os lo creéis! Bueno pues las risas que pudimos echar!! Las tipas tiradas por el suelo partiéndose la caja y yo llorando de la risa! La verdad es que fue un momento súper gracioso que me ayudó un montón a olvidarme de lo del reloj. Que pena, no haber grabado aquel momento en vídeo.
A la de la derecha le hice la tontería de “tírame del dedo!”.
Tanto hablar de Yak y todavía no he puesto ninguna foto, ahí va una de uno cruzando tranquilamente la carretera. Son súper panchitos, no se inmutan ni con bocinazo de camión.
Y otra de alguna de las muchas manadas que te vas encontrando.
Anocheciendo, llegamos a Manidango. Nico decía que a unos 13Km había un lago donde poder acampar. A mi no me hacía mucha gracia ir allí, para montar de noche la tienda, amenazando con llover y para el día siguiente tener que deshacer lo andado y encima esperándome dos duros días de pedaleo, ya que me despediría de Nico para llegar lo antes posible a un lugar con Internet, poder hablar con la familia y la novia de una vez y esperarle allí a que llegara.
No me hacía gracia como digo, pero cenamos algo y nos fuimos con los frontales para el lago. Pues al de poco empezó a llover y a caer granizo. La carretera estaba fatal y llevábamos una hora y no se veía nada del lago.
Al final encontramos la desviación que nos habían dicho y vimos que había mas gente acampada (chinos claro). Por suerte paró de nevar y pudimos montar a duras penas y con un frío del copón, la tienda.
Yo le había dejado a Eneko el saco de invierno para que se lo llevara a casa, pues sino, no podría cargar conmigo la tienda y los medicamentos, así que lo sacrifiqué. Pues en buena hora hice eso! Con el saco de primavera-verano, me estaba congelando. Suerte que tenía el plumas que me prestó Ángel, lo cual hizo que sintiera que estaba cerca de una estufita. Muchas gracias Ángel, en serio, por el saco, que al final no lo he usado y por el increíble plumífero!!!
lunes, 25 de octubre de 2010
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