viernes, 8 de octubre de 2010

21 Ruta plan "B"

Después de una buena sesión de cine, lo mejor es una buena sesión de pedaleo. En principio nos tocaban 107Km de buena carretera. Nos llevó un rato encontrar la salida del pueblo en dirección Jinggu (destino del día), pero finalmente un oriundo de la zona nos indicó que íbamos por buen camino. Lamentablemente este buen hombre nos hizo unos gestos como queriendo decir que con las bicis no podríamos ir.

Justo en este pueblo estaba la desviación para ir por la ruta segura, que es la que pasaba por la capital de la provincia, Kunmin y de allí a Dali, por carretera de goce. Parece ser que 3 empozadas no son suficientes para echarnos atrás, con lo que continuamos por la ruta que nos aconsejó la camarera e ignorando por completo las indicaciones del oriundo.


La inquietud por lo que pueda venir, aumenta cuando te fijas, que los únicos vehículos con los que te cruzas, son todo terrenos, camiones con grava y motos embarradas. Todo apuntaba a que el oriundo podría estar en lo cierto.


Verdaderamente y como decía la camarera, esta ruta era muy guapa, a orillas del río, atravesando preciosos valles y rodeados de exuberante vegetación. Pero llegó el momento en el que la carretera se convirtió en pista y las escavadoras callaron el sonido de la selva.


Después de lo sufrido en empozadas anteriores, estos 40Km de obras, con polvo, un puerto de montaña y alguna estrechada de calzada, pero sin barro, fueron mero trámite. De hecho fueron tan irrisorias estas obras que no merecieron ninguna instantánea.


Velozmente llegamos a Jinggu, para la hora de comer, ya que la mayor parte de la etapa, sorprendentemente, fue bajada y llaneo.


Hemos bautizado a Jinggu como el pueblo de los mil nombres. Ya saliendo del pueblo donde dormimos, para saber por donde salir, nos dijeron el nombre de varias maneras, fonéticamente hablando. Para que nos entendamos, nosotros lo decimos como “Yinju”. Bueno pues estos son todos los nombres que recordamos nos dijeran: “Yinjuu”, “Yinkuu”, “Yingu”, “Yinguu”, “Chinkuu”, “Chinkua”, “Sinku”, “Sinkua”, y muchos más.


Ni os imagináis lo complicado que fue comunicarse con la gente aquel día. Menos mal que había pocos cruces! Porque, si no lo dices como ellos, te dicen que no saben o te dicen otro pueblo, pues mas de uno nos mandaba para atrás, para Jinhong (donde estábamos hacía 3 días).


Tras dormir de goce en un buen y barato hotel, emprendimos la marcha hacia Anban (que se dice Anpan). La etapa se presentaba sencilla ya que serían tan solo 65Km, para afrontar al día siguiente una larga subida.


Esta etapa nos brindó unos valles preciosos, con una carretera sencilla y continuamente a orillas del río.





Río, que en alguna ocasión tuvimos que cruzar por destartalados y frágiles, a la par que inseguros, puentes de madera (al mas puro estilo, Indiana Jones).



Llegamos tan pronto a Anban, que después de un suculento arroz, decidimos continuar la marcha con el objetivo de acortar la angustiosa espera para poder comer una PIZZA en Dali.


Como era de esperar, comenzamos la ascensión. Pero a escasos 3Km de subida, la carretera nuevamente desapareció para dar paso a una pista al mas puro estilo Osmosno!


Las 2 primeras horas de subida, fueron amenas y tomamos numerosas fotos del paisaje tan espectacular que siempre nos brinda la altura.



Lo bueno de estas pistas es que te adentras en la China mas rural y auténtica donde se encuentran esos pueblos perdidos, rodeados por arrozales y montañas de mas de 2.000m.



Pasadas 3 horas y media de ascensión, traqueteo continuo, cansancio y hambre, pues el arroz ya estaba mas que digerido, el único aliciente que tienes es encontrar un puestecito donde comprar unos refrescos y unas galletitas. Si a Anban llegamos sudando y sin camiseta, aquí en este alto nos echamos el aperitivo en camiseta y chubasquero del frasquete que hacía.


Por fin comenzamos a bajar, pero no podíamos disfrutar de la bajada, ya que el traqueteo se hacía mas insoportable. Menos mal que tras una hora bajando despacito, apareció de nuevo el asfalto y además nos deleitó con un paisaje de terrazas de arroz increíbles. Mejor no podía acabar la etapa.




Resumen de etapa: 130Km, 60Km por carretera Osmosno con 3h y media de subida sin tregua, mas de 10h de pedaleo y un traqueteo que deja mellado cualquier ojal!


Cuando haces una etapa de este estilo, para las 21:30 ya estás roncando y a la mañana siguiente el dolor de culo es inhumano, no hay manera de coger postura en la bici.


Las dos etapas siguientes las hicimos bastante rápido y sin percances, ya que 110Km y 84km por asfalto no tienen grandes misterios ya para nosotros.


Lo mas destacable fue atravesar un caos que se formó en un pueblecito. No sabemos como explicarlo, pero tardar como 20 minutos en hacer unos 500m tiene un porqué. En ese punto se debió de juntar, el mercadillo de los domingos, con sus burros, puestecitos de todo tipo a ambos lados de la calle, hora punta de afluencia en gente, tractores, autobuses yendo y viniendo, coches, motos, gente empujando carritos, un montón de cosas mas y en medio, nosotros con nuestras bicis y sus abultadas alforjas. No había un hueco por donde pasar y esa era la única vía para atravesar el pueblecito. Fueron los 500m mas largos de la historia de nuestro pedaleo, pero al final conseguimos salir del atolladero.



Tras salir del embotellamiento aquel, nos esperaba una dura subida y con un sol de justicia. Suerte que por el camino nos pudimos resguardar del sol, a la sombra de unos curiosos matojos, típicos de esta zona.



Para los ojos fugaces o desconocedores del mundo vegetal psicotrópico, efectivamente, eso es una pedazo planta de MARIHUANA! Y lo demás son tonterías. Parece ser que estábamos cerca de algún sitio turístico, porque por esta zona, no dejábamos de ver estas plantitas, bueno árboles.


Este agradable aroma nos amenizó la ascensión, hasta que finalmente desde lo alto vimos nuestro destino, a donde llegaríamos por una increíble y larga bajada.


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